"Hay alumnos que se equivocan al elegir carrera"
En su luminoso y ordenado despacho en la zona alta de Barcelona, la rectora de la Universidad Ramon Llull no ve, como el poeta, madurar el limonero, aunque tiene el privilegio de poder contemplar Barcelona y la preciosa huerta de unas monjas de clausura casi al pie del Tibidabo. Psicóloga y catedrática de Derecho Penal, Esther Giménez-Salinas ha sido vocal del Consejo del Poder Judicial y desde hace cinco años es rectora de la Ramon Llull. Le gusta cocinar, "aunque no a diario", e ir en bicicleta, con la que va a trabajar cada día. No le gusta el reciente pacto de las universidades públicas catalanas para lanzar la marca Universitat de Catalunya. "Me ha sorprendido y me cuesta entenderlo porque es excluyente. Me pregunto qué va a hacer el Gobierno al respecto, ya que hasta ahora todas las universidades formábamos parte del sistema universitario catalán.
"En algunas de nuestras carreras tenemos hasta tres y cuatro peticiones por plaza, y por eso podemos seleccionar al alumno"
"Deberíamos tener una aportación de la Administración en el campo de la investigación porque los resultados son de utilidad pública"
Pregunta. La Ramon Llull nació como una suma de centros privados que ya existían: Institut Químic de Sarrià, Blanquerna, Facultad de Filosofía, La Salle, Esade y Pere Tarrès entre otros. Ahora han puesto en marcha un plan para potenciar la marca Universidad Ramon Llull. ¿Por qué lo hacen?
Respuesta. La Ramon Llull nació en 1991 con un gran acierto. En vez de hacer cinco universidades pequeñas, los centros decidieron agruparse en una universidad sin perder su identidad y manteniendo las distintas marcas ya muy consolidadas. Por eso, no sólo queremos potenciar la marca de la Ramon Llull. Las universidades deben ser más unitarias y nos tenemos que presentar a los concursos como una sola universidad. Hablamos de una universidad integrada por 10 instituciones y más de 18.000 alumnos.
P. ¿Quién no les conoce? ¿La sociedad?
R. El mundo universitario, la sociedad y la Administración, sobre todo. Cuando accedes a becas o a convocatorias públicas, si no se sabe que esto es la suma de todas las entidades puede ser un perjuicio. Cuando los docentes, por ejemplo, firmaban como profesores de uno de nuestros centros en una investigación, a la hora de sumar en las clasificaciones no contaba porque constaba la institución pero no la universidad y eso nos perjudicaba.
P. ¿Es un problema de poca visibilidad de la universidad?
R. Claro, y perjudica al resto porque no se visualiza cuántas investigaciones tiene una universidad para poder acceder a una convocatoria pública. Por eso, no hay un sentido de marca en sentido de venta. Es una cuestión de poder sumar la cantidad de publicaciones que tenemos como universidad en revistas científicas. A la hora de salir en rankings, si lo tenemos por separado, no saldremos nunca. Y en cambio ahora estamos saliendo.
P. Como mayor universidad privada catalana no acusan tanto el descenso de alumnos como las públicas.
R. No, hemos subido en número de alumnos.
P. ¿Cómo lo explica? Sus matrículas son más caras que las públicas.
R. No me gustaría que pareciéramos pretenciosos. Hubo una época en la que parecía que las universidades privadas eran complementarias de las públicas. Cuando había dificultades, alguien podía pensar que si no entraba en una pública por no tener la nota suficiente podía ir a la privada pensando que no le pedirían tanto. Hoy esto no es posible porque sobran plazas en el sector público, salvo en carreras como Medicina. En cambio, nosotros tenemos hasta tres o cuatro peticiones por plaza y por eso en algunas carreras podemos seleccionar al alumno. Tenemos valores importantes: el primero es que realizamos los estudios en el plazo previsto. Aunque el estudiante pague, si acaba en el plazo puede llegar más rápido al mundo laboral.
P. Los alumnos de la Llull no trabajan en general. ¿Es así?
R. En general no, pero depende de los ámbitos. Precisamente, el segundo aspecto que quería destacar es que nuestros alumnos se incorporan rápidamente al mundo laboral. El promedio de tiempo es de tres meses tras acabar la carrera. Estos dos valores influyen al elegir carrera en nuestros centros.
P. Decía que seleccionan a los alumnos. ¿Cómo lo hacen?
R. Por nota y por una prueba de acceso en la propia universidad que sirve para ver si el alumno está bien orientado. Hay alumnos que tienen buen expediente pero que se equivocan al elegir la carrera.
P. ¿Cómo se financian? ¿Sólo con las matrículas?
R. No recibimos subvención por la docencia. Las matrículas se ajustan al precio de coste que paga el alumno, pero nos gustaría tener una ayuda importante para poder ofrecer más becas.
P. ¿Cuál es la media de precio?
R. 6.000 euros. Algunas menos y otras más. Ahora bien, en el campo de la investigación, donde los resultados son de utilidad pública, deberíamos disponer de una aportación que hoy no tenemos por parte de la Administración.
P. ¿Cuándo completarán el cambio hacia el modelo europeo de Bolonia?
R. Presentamos 12 carreras y retiramos tres que venían de diplomaturas porque la Generalitat aconsejó que las carreras de tres años no entraran todavía. Al final, hemos presentado nueve para el curso que viene y el resto, hasta 50, en los cursos sucesivos.
P. ¿Introducirán nuevas titulaciones de cara a Bolonia?
R. Queremos reconvertir y agrupar, ser buenos en algunas cosas sin dispersarnos e introducir alguna novedad.
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