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Reportaje:Liga de Campeones

Strachan pisa fuerte en Celtic Park

El sustituto de O'Neill en el banquillo del Celtic tiene tanta mano dura como éxitos

Jordi Quixano

Con lágrimas en los ojos, el irlandés Martin O'Neill anunció a la directiva del Celtic que dejaba el banquillo porque su mujer padecía un cáncer. A la afición, que le veneraba por alcanzar la final de la UEFA en 2003 -perdió ante el Oporto de Mourinho-, se le rompió el corazón. Pero O'Neill hizo su último favor al Celtic. "Mi relevo ideal es Strachan", sugirió. Dicho y hecho; la directiva escocesa nombró como nuevo técnico a Gordon Strachan, que había dirigido en silencio al Coventry y al Southampton ingleses, y que en el Celtic provoca tantos recelos por su condición de protestante como elogios. Entre otras cosas, porque después de Jock Stein, el único capaz de ganar con el Celtic la Copa de Europa en 1967, es el entrenador con más índice de éxito -suma dos temporadas en el club y contabiliza dos Ligas y una Copa-. Ahora, es el líder de la Premier escocesa y aguarda al Barça en los octavos de final de la Champions, la asignatura pendiente del Celtic moderno.

Strachan es de la escuela de Alex Ferguson, técnico que le dirigió en el Aberdeen que venció al Madrid en la Recopa de 1983 y en el Manchester United. Al contrario que O'Neil, que practicaba un juego físico, de alta rentabilidad en las jugadas a balón parado, sin apenas transiciones, y basado en un ariete grande y otro pequeño, Strachan prefiere jugar el balón por el suelo, aunque mantenga los tintes rudos de cualquier equipo escocés. Amante de la disciplina -ha prohibido el alcohol en el vestuario y ha impuesto dietas a los jugadores-, Strachan apuesta por el clásico 4-4-2 y sólo varía al 4-5-1 cuando el rival es más fuerte y juega en campo contrario.

En la portería escocesa está Boruc, internacional polaco que destaca por su agilidad, corpulencia y facilidad para detener penaltis. Su fallo, sin embargo, son los despistes de concentración, quizá motivados por ese punto de pedantería que tiene. La línea defensiva es la menos fuerte pero está bien ordenada por McManus, elegido este año capitán por su personalidad. En el medio hay mucha variedad: el media punta Nakamura, que tira las faltas y posee un fútbol de seda; el habilidoso y rápido volante Aiden McGeady, salido de los juveniles y apodado Aidinho porque se atreve a hacer las elásticas de Ronnie; Scott Brown, el fichaje más caro entre equipos escoceses -unos 6 millones de euros-; y Donati, el jugador con más internacionalidades sub 21 en Italia, pero que se fundió en el Milan tras diversas cesiones. Arriba, la pólvora la pone el australiano McDonald, que suma 16 goles este año -13 en Liga, 2 en Champions y uno en Copa- y el holandés Hesselink, aquejado de varias lesiones y falto de puntería al principio, pero recuperado para la causa tras endosarle dos goles al Hibernians el pasado fin de semana.

Este año, el Celtic superó la ronda previa de la Champions al vencer al Spartak de Moscú en la tanda de penaltis y la liguilla tras ganar en el ruidoso Celtic Park al Milan, al Benfica y al Shakhtar. Fuera, sin embargo, perdió contra los tres. Datos, en cualquier caso, que explican la historia reciente del Celtic: en casa es intratable y a domicilio es nefasto: aún no ha obtenido ninguna victoria fuera desde que se instauró la Champions.

El equipo escocés se enfrentará al Barça por tercera vez en la época Rijkaard. El primer duelo, en los octavos de final de la UEFA (2003-2004), se lo llevó el equipo escocés. En los otros dos enfrentamientos, al año siguiente y en la pasada liguilla europea, el Barça salió como vencedor. "El sorteo ha estado bien", admitió Puyol; "es un equipo defensivo y físico al que es complicado marcarle el primer gol". Strachan, que el curso anterior quedó eliminado de Europa tras un doble cero a cero con el Milán y un golazo de Kaká en la prórroga, respondió. "El Barça tiene futbolistas maravillosos, pero el Celtic puede eliminar a cualquiera". Strachan manda.

Gordon Strachan da instrucciones durante un entrenamiento del Celtic.
Gordon Strachan da instrucciones durante un entrenamiento del Celtic.REUTERS

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