Hombres no machistas
El 12 de diciembre publicó su periódico un reportaje titulado Hombres contra el macho, uno de cuyos subtítulos afirmaba que "ellos también quieren igualdad". En un destacado se dice: Mi papá me mima. Es indudable que el modelo de superhéroe es vivido por muchos varones como un lastre, y que hoy respiran aliviados ante la oportunidad de renunciar a él. Y ello precisamente porque la sociedad patriarcal obliga a los hombres a luchar por ocupar puestos que, en su mayoría, nunca lograrán ocupar, contra lo que parece sugerir su periódico. Que un varón no pueda "ver su Mercedes aparcado en la puerta" no es, para la inmensa mayoría de ellos, ninguna novedad surgida de la reciente competencia con la mujer, y esto no debería ser necesario explicarlo.
Por supuesto, ese prototipo de hombre es también rechazado por el discurso feminista, aunque no debería ocultarse que sigue siendo atractivo para muchas mujeres. Claro que según y cómo, a gusto de la consumidora. A veces la misma mujer tiene un discurso ideológico y otro bastante distinto en sus actitudes menos reflexivas. La tradición cultural pesa mucho para todos y para todas. En este contexto, no es raro que algún varón esté "desorientado", pues recibe mensajes contradictorios. El remedio es, si me lo permiten, que cada individuo varón elija sus actos con arreglo a valores, y no en función del aplauso femenino, provenga del discurso tradicional y hoy inconfesable o del ideológico y más políticamente correcto. En este mismo sentido, resulta desalentador comprobar que, cada vez que uno lee algo sobre los varones que aspiran a la igualdad, siempre se trata de un discurso estrictamente feminista, pues "el feminismo es la lucha por la igualdad", se nos recuerda. Parecería que no hay conflicto alguno entre el varón no machista y las feministas. Pues eso no es cierto. Aunque por ello vea rechazado el aplauso, debo decir que el feminismo real en España, sintiéndolo mucho, no es estrictamente la lucha por la igualdad. El nuevo hombre me temo que, al mismo tiempo que se las arregla para librarse del macho que le colocan a la espalda, va a tener que luchar, frente al feminismo real, por alguno de sus derechos. No puede asumir sin crítica el discurso feminista, pues éste se muestra en no pocos momentos como interesado y, en ocasiones, abusivo. Y lo que es peor: de esos asuntos conflictivos (custodia compartida, sexismo en ciertas leyes), el feminismo ha demostrado que no está dispuesto a hablar. Sencillamente porque no necesita hacerlo. Tiene el poder.
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