Galileo se pone en órbita

El programa Galileo ya no tiene vuelta atrás. Ni las reticencias de algunos países europeos, ni los palos en sus ruedas colocados por Estados Unidos, ni las disputas en el último momento por el reparto de sedes han logrado frenarlo. Resuelta su financiación -se reparte entre la Agencia Espacial Europea y los Estados de la Unión-, ha llegado el momento de que se incorporen las empresas. "Hemos apostado duro, porque si no es así, te quedas sin nada", decía el secretario general de Transportes, Fernando Palo, al defender su órdago en el cierre de la negociación.

El centro de control español se localizará previsiblemente en las instalaciones de AENA en Torrejón e Hispasat en Arganda (Madrid) y trabajará en red con Alemania e Italia. Hasta ahora el nivel de participación de siete empresas españolas ha sido del 12%, que en caso de mantenerse en la fase de despliegue supondrá un retorno de unos 400 millones de euros. Su tamaño no les permitirá acceder a los paquetes del primer nivel pero sí al segundo y tercero, con importantes contribuciones en la creación de sistemas y subsistemas. En la fase de explotación podrán añadirse un número importante de empresas, sobre todo de tecnologías de la información.