Los republicanos intentan frenar la fuga del voto hispano
El 57% de los electores de la comunidad se inclina por los candidatos demócratas
Los candidatos republicanos moderaron su radical tono sobre inmigración e hicieron algunos otros guiños cariñosos al público latino, en un debate electoral el domingo, en un intento desesperado de recuperar el voto del electorado hispano, que está regresando en grandes proporciones al Partido Demócrata después de varios años de viajar en la dirección contraria.
El hispano es el grupo étnico que crece más rápido en el país
"Vinieron para ser americanos y nos hacen mejores a todos", dijo Giuliani
Esta es, probablemente, una de las peores consecuencias de la deriva ultra en la que el Partido Republicano ha caído desde ya hace algunos años y uno de los síntomas más claros del declive de esa fuerza política. Que un partido pierda clientela precisamente en el grupo étnico de más rápido crecimiento del país y que ya es la segunda minoría nacional constituye un serio handicap para ganar las elecciones.
Según la última encuesta del instituto Pew sobre este asunto, publicada la semana pasada, el voto hispano se inclina por los candidatos demócratas por una diferencia de 57% frente al 23%, lo que representa un margen de 34 puntos. Hace un año esa distancia era de 21 puntos. Hay que remontarse hasta 1999 para encontrar una ventaja de los demócratas por 33 puntos. Lo que significa que, en materia de conquistar el voto hispano, los republicanos han retrocedido casi diez años.
En el debate bilingüe del domingo por la noche en la principal cadena de televisión en español en Estados Unidos, Univisión, los candidatos republicanos parecieron conscientes de esa dura realidad y dieron lo mejor de sí para cortejar a los electores latinos.
Tanto la nueva estrella de la campaña republicana, Mike Huckabee, como los candidatos más consolidados, como Rudy Giuliani o Mitt Romney, tuvieron palabras de elogio para los inmigrantes de origen hispano.
"Vinieron aquí para ser americanos y nos están haciendo mejores a todos", dijo Giuliani. "Esta es la tierra de los bravos y la tierra de los libres, y los hispanos son bravos y son libres", añadió Romney. "Cuando la gente viene a este país no debería de tener miedo, no deberían de esconderse, deberían de ir con la cabeza alta", manifestó Huckabee.
Las palabras de Giuliani, al fin y al cabo, están precedidas de una política de tolerancia con la inmigración durante su tiempo de alcalde de Nueva York. Una política, por cierto, que es objeto de permanentes ataques de parte de sus rivales en esta campaña.
Pero tanto Huckabee como Romney ocultaron en el debate, celebrado en Coral Gables (Florida), que unos días antes habían respaldado un plan para forzar el retorno a sus países de los 12 millones de inmigrantes ilegales que se calculan que hay en este país y que llevan toda la campaña apoyando medidas drásticas contra la entrada de trabajadores desde la frontera sur, como la construcción de un nuevo muro antes de 2010.
Como en tantos otros asuntos, sólo John McCain mostró coherencia en sus posiciones. Partidario de mantener la tradición de este país como una nación de inmigrantes, el veterano senador de Arizona advirtió sobre el peligro del discurso prácticamente xenófobo que algunos de sus rivales están propagando estos días. "Yo creo", dijo McCain, "que alguna de la retórica que los hispanos están escuchando sobre la inmigración ilegal les lleva a algunos a pensar que no queremos el apoyo de los hispanos o que no queremos que contribuyan a este país".
Esa retórica ha sido desmedida en las últimas semanas. Vinculando sin empacho la llegada de inmigrantes con el aumento del crimen y del empobrecimiento de algunas ciudades, los candidatos republicanos mejor situados entienden que sólo ganarán la nominación si muestran auténtica mano dura frente a la inmigración ilegal.
Tan agresivo ha sido el enfrentamiento sobre ese asunto, que ha sacado a relucir también la hipocresía de algunos de los candidatos. Giuliani, por ejemplo, acosado por sus rivales por haber convertido, según ellos, a Nueva York en "un santuario de la inmigración ilegal", ha contraatacado sacando a relucir que Romney había contratado a ilegales en algunas de sus empresas. El candidato mormón ha tenido que dar explicaciones y pedir perdón por ello.
El caso es que el público hispano asiste a todo este debate con creciente preocupación sobre su futuro, incluso con miedo, y, después de haberle dado la presidencia a George Bush con el mayor respaldo de la historia a un aspirante republicano, ha decidido regresar ahora al hogar demócrata.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.