La gran transformación
Los gigantescos cambios económicos y sociales motivados por la generalización de la nueva economía y la democratización de Internet han motivado que algunos científicos sociales hablen de la última década y media como de una nueva "gran transformación" (emulando las tesis de Polanyi), comparable a la registrada en el curso del siglo XIX. El economista francés Daniel Cohen lo ha definido como la era de las rupturas y escribe sobre cinco de ellas: la tercera revolución industrial, una nueva organización científica del trabajo, la revolución cultural que se asocia con el despertar del individualismo, la toma de poder de la Bolsa y los mercados financieros en la gestión de las empresas, y la llegada de China e India al juego del capitalismo mundial.
En la España actual, casi un 20% de los ciudadanos está aún por debajo del nivel de pobreza relativa
Desde 1900, los mayores de 65 han aumentado más de 10 puntos y los menores de 15 han caído 20
A todo ello Daniel Cohen lo llama sociedad postindustrial (Tres lecciones sobre la sociedad postindustrial. Editorial Katz), y la compara con el primer capitalismo de Adam Smith: éste explica que si para cazar un ciervo se necesita el doble de tiempo que para cazar un castor, necesariamente el primer animal costará, en promedio, dos veces más caro que el segundo. En la sociedad postindustrial hay una estructura de costes totalmente atípica respecto del anterior esquema: un programa es caro de diseñar, pero no de fabricar; lo que resulta oneroso es la primera unidad del bien fabricado, ya que la segunda y las siguientes tienen un coste bajo, hasta casi nulo en ciertos límites. En el lenguaje de Smith, lo que explicaría todos estos costes es el tiempo empleado en matar el primer castor y el primer ciervo.
¿Se ha adaptado España a esta sociedad postindustrial? ¿Pertenece a la misma? Para responder a ambas cuestiones, se puede acudir a los últimos estudios que demuestran esta particular "gran transformación". Si Cohen destaca que uno de los retos es corregir las enormes desigualdades y las islas de pobreza que contiene, en la última Encuesta de condiciones de vida 2006, divulgada por el Instituto Nacional de Estadística, se indica que en la España actual casi un 20% de los ciudadanos se encuentra todavía por debajo del nivel de pobreza relativa (el 60% de la mediana de los ingresos por unidad de consumo de las personas). Los grupos más afectados por esa pobreza relativa son las personas de 65 o más años (el 30,6%) y los menores de 16 años (23,8%). Ello conecta con otra de las metamorfosis estructurales de nuestro país, puesta de manifiesto en un reciente trabajo titulado Actividad y territorio. Un siglo de cambios (Azagra, Chorén, Goerlich y Mas Ivars. Fundación BBVA), en el que, por ejemplo, se estudian las variaciones experimentadas por el peso de los mayores de 65 años y de los menores de 15 años en el total de la población, en el periodo entre los años 1900 y 2005. Pues bien, los mayores de 65 años han aumentado en más de 10 puntos porcentuales (desde el 5,22% de la población española al 16,64%) y los menores de 15 han caído en casi 20 puntos porcentuales (del 33,5% al 14,18%), en ese periodo.
Tanto este texto, como otro anterior titulado Estadísticas históricas de España en los siglos XIX y XX (Albert Carreras y Xavier Tafunell. Fundación BBVA y Editorial Crítica) muestran la mudanza de España desde una realidad genuinamente agrícola a una sociedad postindustrial: en el año 1900, el 71,41% de la población estaba ocupada en actividades del mundo agrario, mientras que en 2001 lo hacía el sólo el 6,35%, una reducción superior a 60 puntos porcentuales; por su parte, en 1900 tan sólo el 15,07% de la población trabajaba en el sector terciario, 45 puntos porcentuales menos que en 2001.
De ello se concluye que la España de hoy no es sólo muy distinta de la de comienzos del siglo XX, sino también de la de los años sesenta de la anterior centuria: de contar con una estructura productiva basada en la agricultura se ha transformado en otra dominada por los servicios, con dos agentes nuevos de especial significación: las mujeres (con incrementos espectaculares en actividad y formación) y los inmigrantes, con una eclosión de población desconocida a lo largo de nuestra historia. Una sociedad postindustrial muy parecida a la desarrollada por Cohen.
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