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Columna
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Líderes

Los hispano-musulmanes, que rezan mirando a La Meca, nos dejaron el término adalid para designar a la persona o grupo social que va en cabeza entre las de su clase o grupo; los occidentales, que celebramos la Navidad, hemos generalizado el uso del anglicismo líder que viene a significar lo mismo que el vocablo de origen árabe. Sin embargo, tenía también la palabra adalid, dada su procedencia, determinadas resonancias guerreras; en tanto que líder, liderato o liderazgo, y liderar, se emplean en los ámbitos deportivos, políticos e incluso económicos. Hablamos del equipo de fútbol del Mas de les Oronetes, porque es líder de la tercera liga comarcal; y nos quedamos tranquilos y satisfechos cuando aludimos al liderazgo en las exportaciones cerámicas de las empresas del ramo de las comarcas de La Plana y L'Alcalatén.

Y ninguneamos al adversario político, como el secretario general de los conservadores en la Comunidad Valenciana, Ricardo Costa, cuanto afirmamos que el PSOE no tiene líderes sino personas que luchan por el poder; y miramos hacia otro lado, o a las nubes por ver si llueve, como la ministra de Educación, Mercedes Cabrera, si reflexionamos sobre el hecho de que nuestros estudiantes no encabecen o lideren los índices educativos de los países de la OCDE; y en la reflexión nos olvidamos del sistema educativo que implantó la LOGSE, a la que algunos llamaban reforma educativa, lo que no deja de ser un sarcasmo: en primer lugar, porque las reformas se llevan a cabo para mejorías y no para empeorar; después, porque no se ha de confundir la loable escolarización de la sangre joven hasta los 16 años con estabular hasta los 16 y luego buscar las mil y una atenciones a la diversidad, que no acaban de dar resultado ni en el estrecho País Valenciano ni en la Andalucía de olivos verde y plata. No cabe apenas duda: los padres y promotores de la mal llamada reforma acabarán por liderar el índice del empecinamiento histórico en materia educativa.

Pero dejemos a la escurridiza ministra de Educación y la vaporosa comprehensive school, envueltos en poco más que palabras, y vengamos a otros liderazgos de la actualidad también cercanos. Y es que, con sigilo y sin estruendo, el Instituto Nacional de Estadística (INE) realiza una Encuesta sobre Condiciones de Vida de la ciudadanía hispana, valencianos incluidos, y nos hace sabedores de que somos los valencianos líderes nacionales en cuanto hace referencia al ruido y los decibelios. Vamos, que ocupamos en el podio el lugar más alto en materia de contaminación acústica. También nos subimos al podio en tercer lugar, y con medalla de bronce, en la disciplina que se ocupa de la inseguridad ciudadana; nos adelantan en delincuencia y vandalismo el Madrid autonómico y la Murcia huertana. Aunque estamos en el buen camino porque el problema sólo ha crecido medio punto porcentual en estas tierras valencianas, largas y estrechas, donde se construye junto a viales con tráfico intenso; donde se altera el necesario descanso nocturno del vecindario con el excesivo jolgorio sin medida, y donde hasta la mismísima alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, se erige en defensora del uso por los niños/as de ruidosos cohetitos, cuyo uso prohíbe a los menores la preceptiva europea. Mesura y prudencia, y ganas de liderazgo se llama eso.

Luego tenemos otros primeros puestos y encabezamientos en disciplinas conocidas: primeros en consumo y tráfico de sustancias nocivas, según la Interpol; y liderazgos de los que no habla la Interpol tal como el podio alcanzado en el llamado caso Fabra; el podio de un récord númerico, batido en nuestro sistema judicial, de togados e instructores que se han ocupado y cambiado en el kafkiano caso. Líderes. También somos líderes de la dilación judicial, mientras los encausados se envalentonan año tras año. Como se envalentonan los del jolgorio y el ruido, o como, año tras año, se empecinan los de la comprehensive school.

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