De la estación de Sants a la Sagrada Família
A Eva, una informadora de la estación de Sants, le preguntan cada dos por tres dónde está la tienda de productos gallegos, frecuentada no sólo por pasajeros, sino también por muchos vecinos.
"Está en la Sagrada Família. Viene mucha gente pidiendo información sobre esa tienda", dice la empleada. "Parece que no va a volver".
No es extraño que le pregunten porque la fisonomía del interior de la estación ha cambiado tanto como el paisaje del entorno. Casi es irreconocible. Las obras que envuelven el edificio parecen interminables. Un scalextric domina la plaza de Joan Peiró, donde se está construyendo un hotel y se aguarda a que el edificio de la estación crezca a lo largo y a lo ancho. Las carpas para resguardar de la lluvia a los pasajeros de los autobuses están en un lateral, pero los montones de tierra, las carretillas y las vallas siguen intactos.
Las obras han dejado secuelas. Marta Nicolás, de 60 años, tenía su quiosco a la altura de la calle de Vallespir, en el paseo de Sant Antoni, junto al cine Palacio Balañà, y ahora lo han situado metros más allá, en un punto del paseo rodeado de vallas y grúas. "Tengo ya concertada una entrevista con los asesores de mi gremio para saber a qué tipo de bonificaciones tengo derecho", explica esta mujer, que lleva 26 años en el negocio y que perdió primero a decenas de clientes por el cierre de Cercanías. "Me duelen las manos de todas las devoluciones que tengo que hacer a lo largo del día". Y entonces se detiene y dice: "¿Lo notáis?". Todo el quiosco, no se sabe si por las obras o si por los trenes, vibra.
Pérdida de clientela
No están más contentos en los cines Palau Balañà, cuyo responsable, Andrei Viorel, lamenta la pérdida del 10% o el 15% de la clientela y de algo más: se queja de que, aprovechando el caos, ahora se le cuelan muchos cinéfilos por la puerta de emergencia. Quizá eso no sea culpa del AVE, pero Mercè Vallès, dueña de una floristería de la calle de Vallespir, se queja de la transformación del entorno de la estación. "Esto parece Sarajevo", dice. Vallès, que es miembro de la plataforma por el soterramiento de las vías -"no pararemos hasta lograrlo"-, cree que toda la metamorfosis de la plaza responde a una operación especulativa: "La estación crecerá, duplicará su superficie y triplicará su volumen, y el Ayuntamiento sólo pagará el ajardinamiento del cajón". Mientras atiende a sus clientes, dice convencida: "Antes que el AVE, tenían que haber potenciado Cercanías".
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