Incontinencia verbal
El fair play con que acogió su imprevista y trascendental derrota en el referéndum constitucional
le ha durado poco
a Hugo Chávez. La incontinencia verbal de quien va siendo apresado por su propio y caricaturesco personaje ha podido una vez más al presidente venezolano, que ha calificado de "victoria de mierda" el revolcón dado a sus pretensiones de perpetuarse en el poder. La ira de Chávez por el veredicto de las urnas, que le obligará a dejar la presidencia en 2013 (tan lejos, pero tan cuantificable) se ha hecho finalmente transparente en un acto multitudinario con sus más leales, en Caracas. El caudillo bolivariano, que había planteado el no a su proyecto vitalicio como un voto por Bush y el Imperio (del mal), les acusó, flamígero, de haber permitido con su incuria el escatológico triunfo opositor. Algunos ministros, alcaldes y hasta el Comando Zamora, núcleo duro del chavismo, ponen ahora sus barbas a remojar. La aritmética es contundente. Si hace un año Chávez logró seis más de presidencia con un 63% de los votos (7,3 millones de ciudadanos) esta vez se ha debido de conformar con 4,4 millones de síes a su proyecto filototalitario para hacer el socialismo obligatorio en el país.
Pese a flotar en petróleo pagado a precios exorbitantes (58.000 millones de dólares de ingresos por exportación el año pasado, frente a 17.000 en 1999) muchos venezolanos tienen dificultades crecientes para aprovisionarse de productos básicos debido a la incompetencia gubernamental. Una incompetencia que quizá se vea aliviada por el singular cambio horario que a partir de hoy rige en el país -un retraso de media hora-, con el que las autoridades pretenden mejorar el metabolismo de los ciudadanos y aportarles "una pequeña cuota de felicidad" (sic).
El desencanto reflejado en las urnas ha alumbrado una tercera y alentadora vía entre la apisonadora chavista y la desacreditada oposición. Esta fuerza -que mezcla el resurgir estudiantil, la mesura de algunos sectores militares, encabezados por el ex ministro de Defensa Raúl Baduel, y el papel de los socialdemócratas de Podemos- es ahora la esperanza de una Venezuela posible tras esfumarse el aura
de invencibilidad
de Chávez.
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