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Reportaje:

Los hijos del 'Prestige'

El pueblo de Muxía se volcó estos dos días en su gratitud a los voluntarios

Brazos en alto, Lucía, de dos años de edad, se contonea sin cesar, cautivada por el son de las gaitas que suenan en el polideportivo de Muxía, en este fin de semana de homenaje a los miles de héroes anónimos de la catástrofe de 2002. "Es la niña del Prestige", afirman, orgullosos, sus padres. Asociar la pizpireta pequeña de rizos rubios a la negrura del fuel resulta casi chocante. Y sin embargo ambas historias están irremediablemente unidas, insiste el progenitor, Nacho Castro, gerente de la cofradía de pescadores y coordinador de los voluntarios que se movilizaron, sin ayuda oficial, contra el desastre ecológico hace cinco años.

Un ejército civil del que formó parte Nuria Blanco, barcelonesa de Hospitalet de Llobregat que desembarcó en Muxía en Semana Santa de 2003, cuatro meses después de partirse y hundirse el petrolero frente a Galicia, se enamoró y se quedó para formar una familia. "Nos unió el combate", cuenta Nacho sobre parejas que, como él con Nuria, el marinero Adrián con la voluntaria zaragozana Conchi o la madrileña Laura con un rumano, nacieron de la catástrofe.

Con el desamparo y el abandono, la gente hizo piña frente a la adversidad
"Fue parecido a una situación bélica y nacieron lazos muy fuertes"

Había que luchar contra el fuel, contra la beligerancia del entonces alcalde y parte de los vecinos de esta localidad de la Costa da Morte con los voluntarios, contra la mentira, la manipulación, los intentos de dar por zanjada la catástrofe y atajar la marea blanca de solidaridad para minimizar costes políticos en las elecciones municipales de mayo de 2003.

"Era lo más parecido a una situación bélica, con todos los sentimientos extremos y emociones que genera. Con el desamparo y el abandono, nos obligaron a tomar posturas muy críticas y la gente hizo piña frente a la adversidad, y de ello nacieron lazos muy fuertes", explica Nacho al contar su historia con Nuria. Una pareja que capta la atención de los medios este fin de semana de homenaje y agradecimiento a los miles de voluntarios que recogieron el fuel.

Al final, a cuenta gotas, llegaron a esta remota localidad de la costa unos 1.500 de los 15.000 que concejales, marineros y hosteleros, entre otros, lograron localizar e invitar para que, cinco años después, regresaran a Muxía para ser agasajados por su ardua e inestimable ayuda en aquellos terribles meses. Nuria Blanco se indigna al recordar "la estupidez y la desvergüenza" que se desató, por parte de algunos, contra los voluntarios. La catalana afincada en Muxía recuerda con amargura como desde las entonces autoridades locales, les tacharon de "jarraicitos" por protestar contra la falta de ayuda oficial y medios para luchar contra la marea negra.

O rememora, aún dolida, cómo a veces llevaban a los voluntarios a limpiar rocas sin apenas chapapote, para ocultar otras zonas sumergidas en el fuel. "Hubo una fractura social, el pueblo se partió en dos porque todo estaba muy politizado, y todo continuó como entonces hasta este homenaje, que al fin saldó una deuda y dignificó lo mejor del Prestige". Nuria Blanco, "harta de oír" cómo algunos, medio en broma, medio en serio, cambian el lema "Nunca máis" por "outro máis", en alusión a las cuantiosas indemnizaciones económicas que conlleva una catástrofe como la del 2002, espera que se cierre esa fractura.

"Porque lo que está claro, y se recordó estos días aquí, es que si no llega a venir toda esa gente voluntaria, Muxía seguiría con la mierda hasta el cuello", sentencia la mujer. Con ese ánimo de cerrar heridas y mirar hacia el futuro, se desarrollaron durante toda la jornada de ayer mesas redondas sobre las consecuencias del Prestige. Un festival de humor puso punto final a las dos jornadas de fiesta al voluntariado.

La asistencia no fue toda la que se esperaba en principio. Pero estuvieron representantes "clave" de aquella marea blanca de solidaridad, asegura el alcalde de Muxía, el socialista Felix Porto. Y más importante aún: "El pueblo se volcó estos días en su agradecimiento a los voluntarios". Ha habido que esperar cinco años. Pero al final se hizo.

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