Los anillos de Harry
Es el efecto dominó. El precio a pagar por el éxito de las sagas de El Señor de los anillos y Harry Potter. La carísima La brújula dorada, basada en la primera novela de la serie de Philip Pullman La materia oscura, es la última, tras las recientes Eragon y Los seis signos de la luz, y viene además con la carga de la polémica bajo el brazo.
Diversas instituciones religiosas ultraconservadoras, caso de la Liga Católica Norteamericana, han pedido su boicoteo porque los libros de Pullman "están deliberadamente escritos para denigrar al cristianismo y promover el ateísmo entre los niños". Algo así como la simbología católica contenida en Las crónicas de Narnia, pero al revés. De modo que uno se pone firme ante La brújula dorada, esperando un revolucionario rosario de iniquidades para niños. Sin embargo, más allá de un mundo en el que el cuerpo y el alma de sus habitantes están separados, y la segunda adquiere la forma de un animal que siempre acompaña a su ser físico, el supuesto ateísmo es tan ilusorio como la historia en sí.
LA BRÚJULA DORADA
Dirección: Chris Weitz.
Intérpretes: Nicole Kidman, Daniel Craig, Dakota Blue Richards.
Género: fantasía. EE UU, 2007.
Duración: 113 minutos.
Por lo demás, salvo una espectacular lucha entre dos enormes osos, la visualización del mágico universo del relato suena a ya visto, pero peor. Eso sí, de lo que se han preocupado bien es de cerrar la película con uno de esos finales anticlímax a los que nos estamos malacostumbrando, tan abiertos que sólo parecen pendientes de la consolidación de la saga.
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