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Signos

Desnoes culmina un ciclo narrativo con su novela

Un hombre reconoce el paso de la vida en los surcos que el tiempo ha abierto en un cuerpo femenino. Esta persona viene de una tierra, Cuba, en la que se intentó forjar un hombre nuevo que haría de los ríos y los campos el lugar del paraíso. Los sueños se pudrieron bajo el calor de destierros, humillaciones e intrigas. Perdido entre las mareas humanas que irrumpen en Nueva York, este hombre recuerda su pasado en la novela Memorias del desarrollo, del escritor cubano Edmundo Desnoes (La Habana, 1930). La novela ha sido publicada recientemente por la editorial sevillana Mono Azul.

Memorias del desarrollo es la continuación de Memorias del subdesarrollo, también de Edmundo Desnoes y que, publicada en los años sesenta, dio origen a la mítica película del mismo título dirigida por Tomás Gutiérrez Alea. Desnoes se exilió en 1979 y desde entonces reside en Nueva York, donde compagina su labor literaria con la docencia en distintas universidades. En 2003, Desnoes volvió a Cuba, donde formó parte del jurado que otorga el premio de novela de la Casa de las Américas.

¿Qué une y diferencia a estas dos novelas? "Memorias del subdesarrollo está escrita desde el punto de vista de un cubano que se queda durante la revolución como observador. Es parte de lo que yo pensaba que yo hubiera podido ser. En Memorias del desarrollo hay la voz de un narrador que se identifica conmigo", explica Desnoes.

Cultura de EE UU

Memorias del desarrollo se adentra en la cultura estadounidense. "Es mi vida en EE UU, es mi intento de entender esa cultura sin hacer el alarde latinoamericano de decir 'soy el mejor'. El desarraigo es grande. No me acerco a la cultura de EE UU como contraste para decir 'yo soy el hombre de imaginación' y ésta es la cultura pragmática. En la novela hay la idea de que es otra cultura que puede enriquecerme y que tiene una subjetividad que me interesa", comenta.

Desnoes señala las diferencias entre las culturas hispánica y estadounidense. "Nosotros vivimos en la plaza, en el café, en la conversación. Vivimos en la lengua, en la palabra. En cambio, la sociedad de EE UU vive en el centro comercial, se hace persona con los objetos. Los estadounidenses tienen una obsesión con el objeto. Para ellos, el consumo y la identidad están ligados al objeto y al trabajo", afirma Desnoes.

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