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Un libro narra la vida sindical en Alicante en el franquismo

Fueron tiempos de doble vida. El nacimiento del sindicalismo, y en concreto de las comisiones obreras, en plena dictadura franquista fue "difuso" e impregnado de un cierto "guadianismo sindical", según el calificativo utilizado por el historiador Ramiro Muñoz, profesor en la Universidad, que esta tarde presentará en la sede de CC OO de Alicante, junto a Joan Sifre, el libro La resistencia antifranquista y las comisiones obreras en las comarcas del sur del País Valencià. 1939-1982, cuyos autores son Francisco Moreno, historiador y Manuel Parra, sindicalista, poeta y profesor.

Se trata del primer estudio histórico sobre la cuestión referente a las comarcas alicantinas donde existían importantes empresas de calzado en el Vinalopó, de textil en Alcoi, de juguetes en la Foia de Castalla o del esparto en Callosa. Y con ellas centenares de trabajadores. Moreno recordó cómo en los "años 40 la represión fue terrible" y el régimen franquista intentó neutralizar cualquier intento asambleario. Parra destacó la "mezcla entre clandestinidad y oficialidad" en la que vivía el sindicalismo.

Interés en Europa

Algunos, como José Linares, se colaron en el Sindicato Vertical y desde allí "aprovechaban las reuniones con otros compañeros para organizarse". Parra destacó la enorme expectación e interés que en Europa despertó este "sindicalismo que convivía soterradamente con el régimen".

El libro, editado por Editorial Germania y con 500 páginas, se basa en documentos escritos, como son los informes del Gobierno Civil, noticias de prensa y estudios anteriores. Pero cobra especial interés el testimonio oral de más de 40 protagonistas de aquella época, entre ellos: Justo Linde, Alfredo Albero, Concha Collado, o Manuel Giménez, este último fue el promotor de la primera convocatoria de huelga en el sector de la construcción. Ramiro Muñoz considera que aquellos primeros sindicalistas tenían una gran cualidad de "supervivencia y adaptación" para poder esquivar la censura y los controles franquistas. Los boletines clandestinos y la radio pirenaica servían para comunicarse y los ejemplares de la revista Triunfo bajo el brazo servía para identificar al camarada. El principal problema fue "la coordinación", según Parra, y Moreno destaca la persecución en los momentos más duros y recuerda el dicho alcoyano de que "encara no pixa un gat ja han tancat el sindicat".

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