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Columna
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Capital social y desarrollo

El capital social subraya el valor de las relaciones sociales y el papel de la cooperación, así como la confianza para el logro de resultados colectivos o económicos. Esto es, refleja las relaciones que se desarrollan en el ámbito económico, especialmente en mercados como el laboral, el financiero o de la inversión, para detectar la importancia de las redes de cooperación y de asociación en la obtención de indicadores de eficiencia económica. En lo que hace referencia a las relaciones entre las propias empresas el capital social es muy relevante pues facilita la cooperación y aumenta la posibilidad de reducir los comportamientos tipo polizón (free-rider) en determinados contextos. Por eso, el capital social es uno de los principales catalizadores del crecimiento económico.

En 2000-2004 Galicia presentó una mejor tasa de crecimiento en lo que atañe al capital social

El debate académico sobre este tema ha ido desgranando varias hipótesis y recomendaciones. Para el caso español, el BBVA publicó un magnífico trabajo. Varias son sus principales conclusiones. En primer término las CC AA que presentan los mayores índices de capital social son las que poseen mayores niveles de renta per capita y menores tasas de desempleo; es decir, Galicia es la quinta por la cola, superando tan solo a Ceuta y Melilla, Andalucía, Extremadura y Asturias. En segundo lugar, las diferencias en las dotaciones de capital social entre CC AA son importantes y se han acentuado en el tiempo; lo que implica que las menos desarrolladas, poseyendo un mayor coste de funcionamiento, son las que presentan un mayor reto para alcanzar ganancias en sus productividades, pudiendo extraerse como corolario que son las que poseen un freno para su desarrollo.

Presenciamos un patrón territorial de desigualdades ya sea en referencia a las dotaciones de capital social, ya sea en lo que atañe a las dotaciones de capital físico y humano, ya sea en términos de renta per capita, cuestiones que afectan tanto a los costes de funcionamiento de la economía como al propio crecimiento de la misma. Si descomponemos las tasas de variación del PIB en sus subsiguientes contribuciones de los factores productivos, apreciamos distintas referencias sintomáticas. La principal fuente de crecimiento de las CC AA para el periodo 1982-2004 viene reflejada por el capital físico, seguido del factor trabajo. El capital social presenta una aportación más modesta, aunque superior, a la que aporta la productividad total de los factores.

Galicia en estos indicadores revela ratios muy peculiares. De una parte, el capital físico aportó 1,49 puntos porcentuales y el propio factor trabajo aportó 0,53 puntos; en tanto que el capital social aportó tan solo 0,15 puntos a los 2,29 que varió el PIB real de Galicia en el periodo 1982-2004. Estos ratios son superiores a los de la productividad, que significaron un total de 0,12 puntos porcentuales.

Distinguimos otro hecho relevante. Fue en el periodo 2000-2004 cuando Galicia presentó una mejor tasa de crecimiento en lo que atañe al capital social, situándonos en el octavo lugar del ranking de crecimiento de todas las CC AA.

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Si el capital social es un concepto que, en algunos casos, se considera sinónimo de confianza y que contribuye a simplificar las relaciones entre individuos y grupos, no es menos cierto que su apuesta por el mismo es decisiva, pues ayuda a compatibilizar los objetivos entre los agentes, favoreciendo la cooperación y el establecimiento de mecanismos de solución de controversias.

Si los nuevos desafíos de la cultura actual radican, dice Richard Senett de la London School of Economics, en cómo manejar las relaciones a corto plazo; en cómo desarrollar las habilidades, potenciar el talento y explorar las capacidades potenciales a medida que cambian las demandas de la realidad; y cómo, en último lugar, proceder a desprenderse del pasado. En la actualidad, nuestras acciones requieren de nuevos parámetros para formular nuevos modelos, que deben constituirse en la actual página del presente y no en aplicar o copiar miméticamente otros modelos.

El capital social coadyuva a paliar y atenuar los tres déficits del cambio estructural que son: la baja lealtad institucional, la disminución de la confianza informal entre los trabajadores y el debilitamiento del conocimiento institucional. De ahí la trascendencia de su apuesta y la confianza depositada en el mismo.

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