El SPD alemán quiere controlar más a Merkel
Advierte a la canciller que desde ahora será un socio más exigente
La sucesión del dimitido vicecanciller y ministro de Trabajo, el socialdemócrata Franz Müntefering, pone en peligro la dinámica de grupo y el equilibrio de fuerzas en el Gobierno de gran coalición del SPD con los democristianos (CDU / CSU) de la canciller federal, Angela Merkel. La vicepresidenta del SPD, la diputada del ala izquierda Andrea Nahles, de 37 años, advirtió ayer de que su partido endurecerá la defensa de sus posiciones y añadió que Merkel no lo tendrá más fácil con los sucesores de Müntefering.
La vicepresidenta del partido dice que endurecerán sus posiciones
Al mismo tiempo, en Berlín se hacen cábalas sobre la renuncia del presidente del SPD, el primer ministro de Renania-Palatinado, Kurt Beck, a ocupar los cargos dejados por Müntefering. Llama la atención que Beck no haya aprovechado la dimisión para quemar sus naves en ese Estado y trasladarse a Berlín para ejercer un liderazgo más efectivo en el SPD. Beck justificó su decisión con el argumento de que así queda libre de la disciplina que tendría que guardar en el Gabinete. Si es cierto, su permanencia en su Estado para actuar con más libertad no augura nada bueno para la gran coalición. Un Beck libre de ataduras y aspirante a candidato a canciller puede caer en la tentación de intentar mejorar sus desastres demoscópicos con intentos populistas para ganar votos y perfilarse como candidato alternativo de izquierda a Merkel.
La renuncia de Beck a establecerse en Berlín tiene también otra lectura nada favorable para el SPD. Es posible que a la vista de los sondeos de intención de voto -el SPD está a más de 10 puntos de la CDU / CSU- y de su baja popularidad, Beck considere que no tiene ninguna posibilidad en las elecciones federales de 2009. Si renuncia a la presidencia de Renania-Palatinado sólo le quedaría la perspectiva de calentar el escaño de jefe de la oposición en Berlín, posibilidad que hace que pueda intentar ganar las elecciones.
Beck ha cedido el puesto de vicecanciller al ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, que ha experimentado una fuerte subida política en las últimas semanas. Primero salió elegido vicepresidente del SPD con la mejor votación, y ahora como vicecanciller se coloca casi a la misma altura que Merkel. Esto también podría resultar problemático para la dinámica de grupo en el Gobierno. El nombre de Steinmeier se baraja asimismo, junto con el de Beck, como un posible candidato del SPD en las elecciones.
Desde hace unos meses resulta evidente que la canciller trata de robarle al ministro de Exteriores el espectáculo en política internacional para evitar que crezca demasiado y se convierta en un fuerte adversario. Experta en la lucha por el poder, Merkel ha sabido colocarse en la parte soleada de la escena internacional con sus apariciones al lado de los grandes de la tierra y su imagen de paladín contra el cambio climático.
Por otra parte, Alemania vivió ayer una insólita huelga ferroviaria, la mayor en su historia. El sindicato de conductores de locomotoras exige una mejora salarial que puede llegar hasta un 31% y un convenio colectivo propio, separado del resto del personal ferroviario.
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