_
_
_
_
LA COLUMNA | OPINIÓN
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Aznar, Irak y el 11-M

Josep Ramoneda

Cuando parecía que el interés empezaba a abrirse camino por encima del resentimiento y que el Partido Popular estaba en trance de asumir que lo mejor para su salud era abandonar de una vez el 11-M, ha reaparecido Aznar con la enorme carga de soberbia que lleva siempre incorporada. El ex presidente ha salido a la palestra para poner en vereda al PP y para seguir castigando a los ciudadanos con el penoso espectáculo de sus paranoias. Como era previsible, la absolución de El Egipcio ha sido la vía por la que los más recalcitrantes han tratado de mantener las fantasías conspirativas en la escena. Y Aznar se ha puesto al frente del ejercicio.

El debate sobre los autores intelectuales del 11-M tiene un doble objetivo. Seguir manteniendo dudas sobre la legitimidad del triunfo de Zapatero y redimir a Aznar de su decisión de participar en la guerra de Irak. Lo primero ha tomado la forma de un runrún que, a medida que pasa el tiempo, va perdiendo fuerza y capacidad de penetración en la opinión. Al fin y al cabo, que fueran a votar un millón y medio de personas más de las que preveían los sondeos no resta legitimidad, sino que más bien la refuerza, si realmente se cree que es el ciudadano el que tiene la última palabra. De modo que en este momento, los esfuerzos de Aznar y su entorno se concentran en el segundo objetivo: blanquear a Aznar de su gran error, de haber aceptado el papel de sumiso meritorio al servicio de Bush en la guerra de Irak.

Naturalmente, para conseguir su propósito, Aznar y su corte tienen que hacer notables malabarismos argumentales. El primero y principal es que, puesto que El Egipcio no ha sido condenado como autor intelectual, Al Qaeda no está detrás del atentado, de lo cual se deduce que la guerra de Irak no fue el motivo. Poco importa que esta línea argumental venga acompañada de otros argumentos que la contradicen. Aznar dice que el que ordenó el atentado quería "cambiar el curso histórico de España". ¿Cómo se debería expresar este cambio? Parece lógico pensar que retirando las tropas de Irak. O sea, que dice que no, pero al mismo tiempo da argumentos para pensar que sí, que la guerra tuvo que ver con el atentado. Y en cualquier caso ha fracasado ante la opinión pública en sus esfuerzos por negarlo. Una gran mayoría sigue pensando lo contrario.

Pero la cuestión principal es otra. Aun suponiendo que la guerra de Irak no fuera la causa primera del 11-M, Aznar no quedaría redimido de la inmensa responsabilidad de haber metido a España en aquel disparate. Hay muchos datos que demuestran que el 11-M se podía haber producido con o sin guerra de Irak. España es objetivo del terrorismo islamista desde bastante antes de la guerra, hubo amenazas y hubo preparativos. Pero también hay datos, consultables en páginas islamistas de Internet, que hacen pensar que no siendo la guerra la causa única sí que fue el detonante. Sin embargo, importa relativamente poco a efectos de valorar la responsabilidad de Aznar en la guerra. La decisión de participar en la guerra de Irak no fue un error porque después se produjo el atentado. Era un disparate desde el mismo momento en que se tomó. El atentado ni blanquea al presidente, ni agrava su condena.

Aznar, contra la voluntad de la inmensa mayoría de los ciudadanos, llevado por una peculiar idea del papel de España en el mundo como servil empleada de Estados Unidos, se metió en una guerra de ocupación, ilegal, justificada ante la opinión pública con argumentos falsos, cuya falsedad conocía perfectamente el presidente. Aznar sabía perfectamente que el terrorismo islamista no estaba en Irak ni tenía que ver con el régimen iraquí, y que las armas de destrucción masiva de Hussein eran una construcción de la inteligencia americana. Y, sin embargo, trató de convencer a los españoles con estos argumentos y se metió en la guerra por razones totalmente espurias, como demuestra la transcripción de sus conversaciones con Bush. Éste es el error Aznar, que el PP pagó con la derrota y que, si el expresidente insiste, volverá a pagar en las próximas elecciones. Porque la mejor manera de sacar al electorado de izquierdas de su hastío es recordarles la guerra de Irak. Es fácil imaginar qué harán con su voto si se preguntan: ¿qué pasaría si Bush se metiera en una guerra con Irán y en España gobernara el PP? ¿Se da cuenta Aznar de que está trabajando para que la gente vuelva a ir a votar contra la guerra? -

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_