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15 universidades francesas se suman a las protestas contra las reformas de Sarkozy

Hasta 15 universidades se habían sumado ayer a la huelga contra la reforma de la enseñanza superior en Francia y en otras 30 se celebraron asambleas sobre la eventualidad de sumarse al bloqueo que preconizan los principales sindicatos de estudiantes. Los alumnos refuerzan así la ola de protestas sociales que se levanta contra el Gobierno conservador y que tendrá su apogeo la semana que viene, concretamente la jornada del 14 de noviembre, cuando se paralizarán los transportes públicos y la energía, así como otros sectores afectados por la reforma de la Administración emprendida por el presidente Nicolas Sarkozy, como la judicatura o la policía. Ayer, los agentes mostraron su disconformidad con sus nuevas obligaciones laborales desprendiéndose de su pistola y su teléfono móvil.

La ley de reforma universitaria fue aprobada a finales de julio, como parte del primer paquete de medidas impulsadas por Sarkozy tras llegar al Elíseo. Ya entonces fue el propio presidente quien intervino para aguar las medidas más radicales propuestas por la ministra del ramo, Valérie Pécresse. Sin embargo, los movimientos estudiantiles han rescatado ahora su oposición a cualquier medida que otorgue autonomía a los centros, con el argumento de que, de esta forma, se crearán universidades de primera división y otras de segunda. También se oponen a la disposición que contempla que las universidades puedan buscar financiación privada a través de convenios con las empresas de la zona donde se encuentren. "Haremos un master en Coca-Cola", decía ayer una estudiante indignada.

Pécresse se entrevistó ayer con dirigentes estudiantiles, concretamente con Bruno Julliard, el presidente de la UNEF, el sindicato que encabezó las protestas de 2006 contra el contrato precario para jóvenes (CPE) que intentó implantar el entonces primer ministro, Dominique de Villepin. Sin embargo, Julliard, cercano al Partido Socialista, salió del encuentro redoblando sus llamadas al bloqueo. Pécresse, por su parte, acusó a los estudiantes de actuar exclusivamente por razones de orden político.

Con la reforma, el Gobierno pretende forzar un cierto grado de competitividad y de interacción con el tejido económico a las universidades; un propósito que choca con los criterios igualitaristas y de pureza académica que priman en un sistema de enseñanza deteriorado, que sufre, además, de la comparación con las altas escuelas donde se nutren las élites del país, que funcionan de manera autónoma.

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