Bucarest achaca a su minoría gitana la mala imagen en el exterior
El primer ministro rumano viaja a Roma para intentar resolver el conflicto
La expulsión de rumanos en Italia ha sido recibida con críticas y preocupación en Bucarest, porque la iniciativa de Roma amenaza con desatar una ola de xenofobia contra el medio millón de rumanos que vive en ese país. Pero la sensación generalizada apunta también a que muchos rumanos justifican la expulsión de sus compatriotas, siempre que se trate de delincuentes, sobre todo si, como sucede en el caso del asesinato de una joven de Roma que ha desatado la actual crisis, el sospechoso pertenece al pueblo gitano.
"Italia y los rumanos se enfrentan por los gitanos", titulaba ayer Romania Libera, uno de los periódicos de referencia de Bucarest para describir las tensiones entre ambos países. Los roms nunca han llegado a integrarse en Rumania, un país de 20 millones de ciudadanos, de los que 1,5 millones son de origen gitano. "Durante la dictadura de Ceausescu, era obligatoria la asistencia a la escuela y ni si quiera así se integraron", afirma un observador desde la capital rumana. Los rumanos no gitanos suelen decir que los gitanos no son rumanos.
"Mucha gente aquí justifica lo que está haciendo Italia, porque se trata de delincuentes, pero también quieren que se respete a los rumanos que van a trabajar", añade. Uno de cada diez rumanos han abandonado el país desde la caída del comunismo en 1989 en busca de una vida mejor. La marcha de rumanos a otros países para trabajar se aceleró con la entrada del país en la UE, en enero pasado. En total se calcula que hay al menos dos millones de rumanos trabajando en el extranjero, sobre todo en Italia y en España.
Lo cierto es que los delitos de rumanos en Italia, gitanos y no gitanos, han aumentado en los últimos años y la sociedad rumana en general ha empezado a sentir un poco de vergüenza por ello. Los expulsados por Italia no han encontrado mucho apoyo en el Ministerio de Exteriores. Su titular, Adrian Cioroianu, dijo el viernes pasado en televisión: "Me pregunto si habría una forma de comprar un trozo de desierto en Egipto... para esa gente que nos avergüenza; tendrían que asignarles los trabajos más duros".
Sus declaraciones fueron calificadas de "nazis" por grupos de defensa de la democracia, que pidieron su dimisión. Hasta el presidente, Traian Basescu, pidió que se marchara. "El ministro se ha disculpado; creo que fue un error lo que dijo", afirmó ayer el primer ministro, Calin Popescu Tariceanu, para justificar su decisión de mantener a Cioroianu en el cargo.
Para intentar rebajar las tensiones, Tariceanu tiene previsto visitar hoy Roma para hablar con las autoridades italianas. En una entrevista con el Corriere della Sera dijo que algunas declaraciones de políticos "han echado más gasolina al fuego del racismo" contra los rumanos, "han creado una reacción también en Rumania, donde han insultado y amenazado a los italianos".
"En Italia haré un llamamiento a los medios de comunicación para que rebajen el tono y algunos políticos tendrían que tener más cuidado con sus palabras", añadió, al referirse a los partidos de la oposición y de la extrema derecha. Mientras, las dos cámaras del Parlamento rumano decidieron ayer que una delegación de senadores y diputados viaje a Italia para discutir con sus colegas italianos la crisis. El líder de extrema derecha Corneliu Vadim Tudor, que también ha justificado las deportaciones, encabezará la delegación.
País de emigrantes
- Más de dos millones
de rumanos viven
en el extranjero, el 10%
de la población.
- Italia, con 556.000 rumanos, y España,
con 505.670, son los principales destinos.
- Un rumano gana de media 300 euros brutos al mes; mientras el salario medio
en la UE es de 2.041 euros, según datos de Eurostat.
- La renta por habitante
en Rumania apenas alcanza
el 30% de la media comunitaria. El país tiene
20 millones de habitantes.
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