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Reportaje:

El cruceiro abandonado

Cangas resucita su patronato cultural para salvar de la invasión del musgo el monumento más famoso de Hío

Adán y Eva están como Dios los trajo al mundo, pero no pasan ni frío ni vergüenza porque, en los últimos diez años, a la pareja más célebre de la humanidad les ha crecido un traje de terciopelo. De terciopelo verde musgo, como las zapatillas de peluche que calzan las ánimas del Purgatorio, ideales para no sentir el fuego que sube del Infierno.

Lo malo de esta pasarela cristiana es que los trapos verdes impiden al visitante apreciar la piedra desnuda. El cruceiro de Hío, el más famoso de Galicia, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por la Xunta, ha acumulado desde su última restauración, la de 1997, tupidas colonias de líquenes que ocultan buena parte de sus filigranas. Hay a quienes le gusta así, pero a los turistas les llama mucho la atención que el monumento más importante del conjunto aparezca invadido de plantas mientras a su lado luce la piedra blanca de la rectoral y se rehabilita la iglesia románica (siglo XII) de San Andrés por cuenta del Arzobispado de Santiago.

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El problema es que la zona es húmeda y a los líquenes les gusta este cruceiro más que ningún otro porque en él encuentran mil pliegues labrados en los que prosperar. En la última operación de limpieza, tras ganar el cruceiro la etiqueta BIC, los técnicos de la Xunta decidieron que era mejor espaciar las restauraciones porque el granito, en este caso especialmente "granuloso", sufría cada vez que se despojaba de su manto verde.

Pero han pasado diez años y el musgo es mucho. Así que el concejal de Cultura de Cangas, Xosé Pazos Varela, ha decidido reconstituir el Patronato de Patrimonio que ya tuvo el ayuntamiento hasta 1999 y que se encargaba de "vigilar" los líquenes del cruceiro y el estado de conservación de otros hitos artísticos del municipio. "Será a partir de noviembre cuando empiece a funcionar el patronato", adelanta el edil de Alternativa Canguesa de Esquerdas, la tercera pieza del tripartito local (BNG-PSdeG-ACE), entonces, "lo primero que haremos será solicitar a la Xunta una visita al cruceiro de Hío de los técnicos de la Consellería de Cultura para que reconsideren la posibilidad de limpiarlo de nuevo".

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Según relata el propio Pazos Varela, que también era concejal de Cultura en los días de la última restauración, "cuando llegó el Partido Popular al Gobierno local se abandonó el patronato". Entonces él dejó la vida municipal para representar a Esquerda Unida en el Parlamento gallego, pero este año, al volver al cargo como segundo de Alternativa Canguesa, se ha marcado como prioridades la restauración del cruceiro y el proyecto de la antigua factoría de Massó. Precisamente, sobre el plan de rehabilitación de la fábrica y urbanización de los terrenos, Pazos Varela tiene "pendiente" una reunión con el director general de Patrimonio de la Xunta. En su entrevista con Felipe Arias, el concejal aprovechará también para deslizar el tema del cruceiro.

Mientras no se cierra la fecha del encuentro, el Ayuntamiento de Cangas ha tanteado ya al pintor y escultor Camilo Caamaño y a los arquitectos, los aparejadores y los arqueólogos que integraban el patronato del año 99 para reconstituirlo.

La cruz de piedra de San Andrés de O Hío fue tallada en 1872 por un artista local. La historia oficial cuenta que fue Pepe da Pena, Xosé Cerviño García, quien, recién cumplidos los 30, esculpió el cruceiro en una sola pieza de granito. Algunos estudiosos del monumento defienden que el autor fue efectivamente un Cerviño que trabajaba como cantero en Cangas, pero que aquel no se llamaba Xosé, sino Ignacio, y que algunas de las figuras que adornan la capilla del fuste, en el área más castigada por los musgos, como Adán y Eva, son obra de Manuel Coia, un escultor de Nerga, otro lugar de O Hío. Sea como fuere, entre todos o uno solo, consiguieron labrar un curso acelerado de Biblia, de abajo a arriba, desde el Génesis hasta el descendimiento de la cruz. Un curso que no escatima detalles y logra la mayor perfección jamás vista en un cruceiro.

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