Carrillo a Llamazares: "Lo de Zaplana es de un cinismo..."
Iolanda Villar recuerda cómo su abuela contaba la humillación que le suponía hacerse pasar por una simpatizante de la Falange para visitar a su marido, preso tras la Guerra Civil. Por eso ayer quería estar presente en el debate de la Ley de Memoria. Era su particular homenaje.
En una sala habilitada en el Congreso por Izquierda Unida, Iolanda, de la Fundació l'Alternativa, sigue el debate junto a una veintena de personas. Entre otros, está Víctor Díaz-Cardiel, militante relevante del PCE. Cuando el diputado de IU-ICV, Joan Herrera, sube al estrado, a todos se le iluminan los ojos. Aprovechan para hacerse fotos; hay quien alza los brazos como si hubiese ganado la maratón. "No se ha conseguido todo, pero el nada tampoco nos servía", resume Iolanda.
La emoción aumenta cuando les dicen que el resto del debate lo seguirán desde la tribuna de invitados del hemiciclo. Allí ya están, entre otros, el ex secretario general del PCE, Santiago Carrillo; el jurista Carlos Jiménez Villarejo, "padre de la ley", según Joan Herrera, y la escritora Almudena Grandes.
Mención a Andreu Nin
A unos metros, Ángel Sabroso, de Unión Cívica por la República, escucha asombrado las palabras de Joan Tardà (ERC) y protesta: "Es increíble que diga que la ley nos lleva a una segunda muerte". Los asistentes comentan, entre murmullos, lo "tediosas" que son las sesiones parlamentarias. "Menos mal que aún falta el PP", bromea una señora. Antes de eso, todavía hay algún momento de delirio. Duran Lleida (CiU) para criticar la postura de ERC ante la ley recuerda a Andreu Nin. "¿Ahora se va a erigir como trotskista?", se pregunta una invitada.
El momento álgido ha llegado. Eduardo Zaplana sube a la tribuna de oradores. Santiago Carrillo se recuesta en su sillón, pone las dos manos sobre su inseparable bastón y mira hacia arriba. Sonríe.
Zaplana pregunta a los diputados por qué la ley no se propuso durante los gobiernos de Felipe González o cuando el PCE "tenía 20 escaños". "Se ha hecho ahora y está bien hecho", sentencia Carrillo, parco en palabras, al concluir la sesión.
Más sorpresa le causa que el diputado hiciera tantas menciones a las víctimas. "Es la primera vez que veo a alguien del PP colocarse del lado antifranquista". "Pero las elecciones están ahí al lado; es la sonrisa irónica de hoy", añade el ex líder comunista. Con paso renqueante, Carrillo abandona el edificio. En el ascensor, en un tono más distendido, no lo puede evitar y le confiesa a Gaspar Llamazares: "Lo de Zaplana es de un cinismo..."
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