Frases célebres
El mundo del periodismo resulta fascinante. O por lo menos curioso. He recogido dos titulares que a mi juicio lo demuestran. De no ser que inviten a darse a otros vicios. Uno -¡de los titulares!- es mucho más importante que el otro, pero así son las cosas y así se las voy a contar. Antes, me refiero a antiguamente, cuando alguien emitía una frase afortunada no podían hacerse titulares ya que no había periódicos; por eso no se quemaba tan pronto y pasaba al reservorio mundial como una suerte de perla de sabiduría (o de estultez, según). Aunque no estuviésemos allí, todos hemos oído que Guzmán el Bueno, antes que rendir la plaza de Tarifa, prefirió que asesinasen a su hijo (o si no preferir, por lo menos escogió sustraerse al chantaje) y para ello arrojó su propio puñal invitando al infiel Juan a que lo degollase con él. Parece ser que Guzmán, que se hizo, creo, Bueno por eso, dijo que haría lo mismo con cinco hijos que tuviese, aunque resulta más admisible que sólo dijese "Toma" al arrojar la daga. Y en ese escueto toma iba mucho, tanto que sobrevivió al telediario de aquel día. Igual de conciso se mostró el general Pierre Cambronne cuando, invitado insistentemente por los ingleses a rendirse en Waterloo, respondió con un sonoro y sucinto "¡Merde!" que ha sido acuñado por la Historia como la palabra de Cambronne, el celebérrimo mot de Cambronne, y ya todo el mundo dice, cuando está hasta el gorro de alguien, "¡Vete al mot de Cambronne!". Cicerón, por su parte, profirió frases célebres como para confeccionar un manual de autoayuda, pero a mí me gusta especialmente esta: "No hay absurdo que no haya sido apoyado por algún filósofo".
No voy a decir qué opinión me merece esto porque ya la gritó Cambronne
Y quien dice filósofo, dice político. Y ahí quería llegar. He mencionado que había dos titulares que me habían conmocionado. Uno de ellos -lo has adivinado perspicaz lector- tiene que ver con la política y, puesto que he adelantado lo del absurdo, supongo que ya sabes que me refiero a Ibarretxe. Claro. El lehendakari revolucionó los telediarios cuando dijo que Euskadi no estaba subordinada a España. Pero los revolucionó más cuando aportó tres argumentos: 1) No está, 2) No, y 3) No, no. Y no dijo más. A esto deben referirse los suyos cuando le aclaman por la solidez de los argumentos, sólo que el titular de Ibarretxe no es con mucho el más importante de los dos que les he anunciado. A mí me dejó patidifuso, o sea completamente p?allá, este: "La creadora de Harry Potter desvela que su personaje Albus Dumbledore es homosexual". Y no porque Dumbledore lo sea quiero decir, que puede ser lo que le dé la gana (o le pete a su creadora)- sino porque semejante tontería merezca un titular. Vivimos en un mundo en el que da todo lo mismo o en el que todo tiene el mismo valor, con tal de que sea famoso (y a la fama se llega por esas vías). De ahí que la prensa trate lo mismo a los personajes de carne y hueso que a los de ficción, siempre y cuando formen parte de la cultura de masas. Y con eso se banalizan posturas como, por ejemplo, la del político que echándole un par asegura que vivía en un armario. Los medios lo mezclan y amalgaman todo invitando a que se aplaudan opiniones como las de cualquier famosete aunque su cociente intelectual no llegue ni a cociente. Si Ricardo III gritara hoy aquello de "¡Mi reino por un caballo!", seguro que relegaban la noticia a la sección de deportes. A menos que, por enredar, alguien dijera que el rey estaba demasiado viejo para dedicarse a la hípica. A cambio, los productores de Hollywood recurrirán al Photoshop para maquillar los excesivos atributos masculinos del último Supermán, no vaya a ser que en la vida real creamos que se es superhombre por eso y nos pongamos a las hormonas o las prótesis. No voy a decir qué opinión me merece todo esto porque ya la gritó Cambronne.
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