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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

La memoria de José María

Desde Canadá, como amigo entrañable que he sido del director de cine José María Gutiérrez, quisiera comentar el artículo que en su memoria publicó Mario Vargas Llosa, el domingo 21 de octubre, en su periódico. Desde nuestros tiempos de estudiantes en la Universidad de Salamanca, allá por los primeros años de la década de 1950 hasta su reciente fallecimiento, hemos mantenido una relación fraternal. Allí nos juntábamos con don Alonso Zamora Vicente, también recientemente fallecido, José María, Luciano G. Egido, Barta Pallares y yo, ampliando nuestro horizonte cultural y tratando de librarnos de la estrechez que nos imponía el franquismo. Como a finales de esta década, recién licenciado en Filosofía y Letras, estuve de lector en la Universidad de Bonn, iba con cierta frecuencia a París a encontrarme con mi amigo José María y puedo decir que fui testigo de la amistad con Mario Vargas de la que éste habla en su artículo. Por medio de José María lo conocí en París, a él y a Julia, su esposa de entonces, y a otro escritor peruano Lucho Loaysa.

Debido a esta relación entrañable, el artículo me ha producido una profunda tristeza. Estoy de acuerdo con su hijo, Maximiliano Gutiérrez, cuando en su carta publicada en EL PAÍS del 22 de octubre dice que "Vargas Llosa ha definido su forma de ser, su forma de vivir, a la perfección", aunque en esta definición se perciba cierta condescendencia del triunfador que sabe muy bien "que no se puede ser puro en un mundo de impuros ni ganar guerras sin matar". Vargas Llosa expresa su propia concepción del mundo y de la vida, frente a la de José María, cuando dice de él: "No quería hacer esas cosas -halagar, seducir, encandilar- que, desde que el mundo es mundo, además del talento (...) se requieren para triunfar". Dice también que era imposible saber que José María lo estaba pasando muy mal. ¿Cómo que era imposible? Sus amigos lo sabíamos muy bien, aunque él nunca quiso aceptar ayuda alguna que no fuera nuestro afecto y amistad. Vargas Llosa dice que no lo sabía debido a "la endemoniada vida que llevo", la endemoniada vida del triunfador. Sí, es muy verdad, como leemos en el artículo, José María era coherente y honesto y, desde luego, hay que subrayarlo, muy generoso. Me uno a su hijo Maximiliano en el agradecimiento a Mario Vargas Llosa por haber expresado tan bien la imagen final que ha dejado su padre.

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