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El cuñado de Rajoy no aclara por qué llegó a director en la Cidade da Cultura

PSdeG y BNG minimizan su currículum y relacionan el puesto con el parentesco

Manuel Fernández Balboa, cuñado del presidente del PP, Mariano Rajoy, evitó ayer en el Parlamento de Galicia aclarar si su llegada a la dirección económica financiera de la Fundación Cidade da Cultura en el año 2001, cuando esta institución dependía del Gobierno de Manuel Fraga, tuvo algo que ver con su parentesco con el líder de la oposición. Balboa, que es hermano de la esposa de Rajoy, compareció ante la comisión parlamentaria que investiga la gestión de este proyecto, cuyo presupuesto se triplicó durante el mandato del anterior Gobierno hasta acercarse a los 400 millones de euros.

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En sus tres intervenciones el cuñado de Rajoy hizo oídos sordos a las reiteradas preguntas de los portavoces del PSdeG y del BNG, Xaquín Fernández Leiceaga y Carlos Aymerich, respectivamente, sobre la relación de su nombramiento con el vínculo familiar que le une al líder de la oposición, toda vez que cuando accedió al puesto apenas había hecho otra cosa que prestar servicios durante un año en una empresa de gestión de residuos.

La única referencia que hizo a esta cuestión fue admitir que su nombramiento no se guió por los principios de "publicidad y concurrencia", sino por los de "mérito y capacidad". Y aunque no quiso hablar de cómo llegó al puesto, sí se extendió a la hora de contar que salió de él por propia voluntad al no contar con la confianza del nuevo Gobierno, a pesar de que "insistieron" en que se quedara.

Balboa explicó que durante los cuatro años que permaneció al frente de la dirección económica de la fundación se limitó a ocuparse de las cuentas del proyecto. Sobre el informe del Consello de Contas que ha motivado la investigación del Parlamento, el cuñado de Rajoy aseguró que el "revuelo" inicial ya se ha "suavizado bastante". "Viene a dar consejos contables" más a que dar cuenta de un "escándalo". "Creo que se ha ido politizando el tema", concluyó, "porque los que conocemos los informes de Contas sabemos que éste no es excesivamente duro, más bien todo lo contrario".

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El silencio del cuñado de Rajoy sigue el ejemplo del responsable de la coordinación del concurso internacional que decidió encargar a Peter Eisenman el proyecto de la Cidade da Cultura, Alfredo Díaz Grande, marido de la diputada Pilar Rojo, también miembro del círculo más íntimo de amigos del presidente popular. Díaz Grande aseguró la semana pasada en el Parlamento que no tenía memoria suficiente para explicar su contrato ni sus retribuciones y dejó sin respuesta todas las preguntas que le formularon los portavoces del PSdeG y del BNG. "No tengo más memoria para entrar en otras cosas", afirmó. "Han pasado ocho años y no me acuerdo de más historias".

Los portavoces socialista y nacionalista insistieron, sin éxito, en pedir explicaciones a Balboa acerca de quién contactó con él para que, con apenas 29 años, decidiese ofrecerse por carta a la fundación para hacerse cargo de un puesto que obtuvo apenas un mes después de enviar un currículum que no ofrecía elemento alguno de especialización que pueda relacionarse con la gestión de grandes proyectos culturales o de equipamientos públicos.

Para defender al cuñado de Rajoy, el portavoz del PP, Ignacio López-Chaves, trató de desacreditar los méritos de su sucesor, Elías Suárez, diplomado por la escuela de magisterio.

Balboa no habló de cómo llegó a la fundación, pero sí aportó un dato que pone en evidencia a Francisco Loimil, el auditor que durante años avaló las cuentas de la fundación. Loimil, según el cuñado de Rajoy, asesoró a la Cidade da Cultura en la gestión de patrocinios a pesar de que él lo negó durante su comparecencia el martes pasado.

En la sesión de ayer de la comisión de investigación también comparecieron el ex asesor jurídico de la fundación, Jesús Raposo, que puso en duda que la gestión de la Cidade se pueda juzgar de acuerdo a la Ley de Contratos del Estado, y el que fuera gerente de la institución, Ángel Currás, hermano del ex conselleiro de Educación. Currás trató de justificar el desvío presupuestario hablando de las características singulares del proyecto.

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