La presión radical obliga a celebrar en Markina el pleno de Ondarroa
La gestora baraja reunirse en distintos lugares para evitar incidentes
Ondarroa sigue bajo la presión de los radicales. El segundo pleno municipal de este nuevo mandato tuvo que celebrarse en una localidad cercana, a cinco kilómetros, en Markina, y el presidente de la gestora, el peneuvista Félix Aranbarri tuvo que salir protegido por la Ertzaintza, escuchando los insultos de simpatizantes de ANV.
Casi tres meses después de que la presión de la izquierda abertzale obligara a la constitución de una gestora en Ondarroa -sólo uno de los 13 concejales electos, el del PP, intentó acreditarse como edil-, la situación permanece invariable. Incluso, después de los incidentes de ayer, ha empeorado. El primer pleno municipal, el 10 de agosto, se celebró en la localidad, aunque a puerta cerrada y en el despacho de Aranbarri.
Ayer la cita había sido convocada a primera hora de la mañana, a las ocho, y a puerta cerrada para garantizar "la normalidad" del pleno, según el orden del día. Como es habitual, a las 7.30 de la mañana, Félix Aranbarri estaba ya en el ayuntamiento, junto al secretario municipal. Para entonces, aún de noche, una treintena de simpatizantes de ANV se congregaron en el exterior del edificio. Otra muestra de la anormalidad: el resto de miembros de la gestora se encontraban en la comisaría de la Ertzaintza de Ondarroa, de donde saldrían escoltados hacia el salón de plenos. Con este panorama, Aranbarri convino con sus compañeros -entre ellos Josune Ariztondo, secretaria del EBB (Ejecutivo del PNV)- que "para evitar insultos y la foto", señalaron fuentes municipales, era más apropiado celebrar el pleno fuera de Ondarroa.
Los insultos, así, se los llevó sólo Aranbarri, quien además de presidir la gestora fue el primer alcalde de la democracia en Ondarroa. Los radicales le tildaron de "traidor" y "español". También hubo forcejeos con los antidisturbios de la Ertzaintza.
Ya en Markina, el pleno pudo celebrarse, casi clandestinamente, y se aprobaron la decena de asuntos del orden del día. Entre ellos, la condena del ataque contra el vehículo particular del presidente de la gestora, ocurrido la pasada semana. El comunicado resalta que es el segundo de parecidas características que sufre Aranbarri en diez años. El texto incluye un llamamiento a los vecinos para que denuncien el sabotaje, algo especialmente complicado en un municipio donde la izquierda abertzale ha campado siempre a sus anchas. En los dos fracasados intentos de constituir el ayuntamiento, en julio, los radicales tomaron el salón de plenos.
Los regidores municipales adelantaron ayer que sus próximas reuniones también podrían celebrarse fuera de Ondarroa para evitar incidentes. El miembro del PP en la gestora, Germán López, quien lleva 12 años como edil, mostró su rechazo a esta posibilidad. "Es otro paso atrás. Parece ser que la gente del PNV no quería que los de ANV consiguieran la foto. Pero si no es hoy, lo lograrán otro día". López aseguró que su partido no está dispuesto "a tener que salir del salón de plenos porque lo invadan cinco energúmenos".
Félix Aranbarri aseguró hace un mes que la tensión "se había rebajado" en el municipio, el primero significativo por su población (10.000 vecinos) que no se ha podido constituir con normalidad. En la anterior legislatura, cinco ayuntamientos vascos no se formaron por la presión de los radicales -los guipuzcoanos de Irura, Aizarnazabal, Leaburu, Itsasondo y Hernialde-, pero todo ellos con menos de un millar de vecinos. Ondarroa es una importante localidad de Vizcaya, y ha sido gobernada los últimos cuatro años por el PNV, tras la ilegalización de Batasuna, que en las dos últimas décadas había ocupado la alcaldía.
Por otra parte, los miembros de la Gestora de Mendexa (Vizcaya) no pudieron participar en el pleno de la mancomunidad de Lea-Ibarra, que engloba su municipio, ya que una treintena de radicales lo impidieron con insultos y amenazas, informa Europa Press.
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