Las píldoras de la felicidad
Una cruz de farmacia a la entrada de Happy Pills. La tienda mide metro y medio de ancho. Larga y estrecha, Happy Pills alberga botes y cajas transparentes de muchos tamaños, todos con una cruz. Dentro se guardan las chucherías de toda la vida. ¿Qué hace una tienda de chuches junto a la catedral? No hay coles ni cines. "Vendemos dulces para adultos, con instrucciones de uso contra las pequeñas contrariedades de la vida. El efecto lo pones tú", explica una de las creadoras. Happy Pills contra los domingos sin fútbol, contra las lavadoras que se estropean sin avisar, contra las llaves que se pierden solas.... El cliente llega y elige entre un montón de chucherías -nubes, gatos y plátanos, por ejemplo- los dulces que se quiere regalar en uno de los frascos. Elige una etiqueta y rellena el frasco. Mireia, Merche y Marion han dado vida a este concepto de tienda. Ellas comparten un estudio de arquitectura y diseño que recibió el encargo de un grupo inversor para crear algo diferente. "Pensamos que el concepto de tienda de chuches está desprestigiado", afirma Domingo Ojeda, miembro de la empresa de desarrollo de negocios IBC. Las indicaciones y la estética de Happy Pills copian el look farmacéutico. El resultado ha sido una avalancha. "Los turistas han llevado Happy Pills a todas las partes del mundo", afirma Merche Alcalà, una de las creadoras. El futuro de Happy Pills pasa por la expansión y la venta por Internet. El frasco de medio kilo de chuches cuesta nueve euros y el pequeño tres. Además, venden un kit de emergencia para casos agudos, por ejemplo, el precio de la vivienda, y un pastillero. El cliente decide qué le molesta y cómo combatirlo.
- Lo más: la originalidad de las etiquetas (en castellano, catalán, inglés y pronto, en japonés).
- Lo menos: el tamaño de la tienda.
Dirección: calle de los Arcs, 6. 93 304 30 97. Barcelona.apantaleoni@elpais.es
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