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Análisis:ANÁLISIS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Retrato de un político imprevisible

Francesc Valls

Las autoridades argelinas dieron un respingo cuando el 6 de septiembre de 2004, siendo presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall desafió las normas de seguridad y se paseó por la plaza de los Mártires, el bulevar Che Guevara, se detuvo ante los azulejos del mosaico a Ali Lapointe -líder del FLN muerto durante la Batalla de Argel- y trató de enfilar las calles de la khasba, controladas por los islamistas.

El asombro de la policía local, impotente para controlar al político catalán, retrataba lo que ha sido siempre Maragall: el terror de los burócratas, el político de las corazonadas, el transgresor que se ha convertido en la cruz de quienes trazan desde los despachos planes quinquenales de final matemático. Maragall ha encarnado la esencia del político imprevisible.

Su heterodoxia se inició en el Front Obrer Català, el equivalente al Frente de Liberación Popular (Felipe). En los años sesenta, cuando la oposición española militaba mayormente en las filas de los partidos comunistas, el joven Pasqual enarboló la bandera de la izquierda-corazón.

Ya como alcalde de Barcelona, apostó por los Juegos Olímpicos cuando el grueso del progresismo todavía los veía como una expresión de una superflua superestructura. Transformó la ciudad, que vivía de espaldas al mar: la abrió al Mediterráneo. Abrochó los cinturones de ronda e inoculó en la ciudadanía el orgullo de ser barcelonés.

Como candidato a la Generalitat, logró en 1999 lo inédito en dos decenios: batir en número de votos al nacionalismo de Jordi Pujol. Perdió en escaños y tuvo que esperar cuatro años más hasta alcanzar la presidencia, tras haber adelantado en votos, nuevamente, a CiU, esta vez encabezada por Artur Mas. Se aupó en un tripartito novedoso y conflictivo.

Su apuesta por una España federal -encarnada en el Estatuto catalán- chocó con la falta de guión de una izquierda desestabilizada por la esencia de Maragall: el encanto de lo imprevisible y la dispersión. Su obsesión por proponer de golpe todas las transformaciones que creía improrrogables irritó o desconcertó. Así, la reforma del artículo 2 de la Constitución detallando las nacionalidades existentes en España, imposible dada la férrea negativa de un PP imprescindible. O su apuesta por la reforma estatutaria contra viento y marea. O su intención de cambiar el Gobierno sin contar con sus socios... Jalones que acuñaron la expresión maragalladas, marca de su mandato.

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