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Prodi deberá cohabitar con Veltroni como líder del centro-izquierda

El alcalde de Roma subraya que su relación con el primer ministro es "a prueba de bomba"

Enric González

Abrazos, sonrisas, optimismo: el centro-izquierda italiano disfrutó ayer del multitudinario nacimiento del Partido Democrático. Pese a la alegría por el éxito, por los 3,4 millones de votantes en las primarias y por el abrumador respaldo obtenido por Walter Veltroni, a nadie se le ocultaba la peculiar situación creada. Romano Prodi, presidente del Gobierno, se veía obligado a cohabitar con un Veltroni todopoderoso que, sin embargo, pensaba permanecer, por tiempo indeterminado, en la alcaldía de Roma.

"Prodi y yo tenemos una relación a prueba de bomba", aseguró Veltroni. Ambos pusieron la mejor voluntad en escenificar la armonía: aparecieron juntos en la celebración de la victoria, se cedieron mutuamente la palabra y se declararon de acuerdo en todo. Pero Prodi no eludió una mención a los riesgos que se perfilaban en el futuro: "Sé que habrá pasajes nada fáciles, tensiones y tentaciones; sé también que no cederemos a ellas porque somos conscientes de nuestras obligaciones y de nuestra responsabilidad", escribió Il Professore en una nota a su nuevo jefe político.

La situación es paradójica. Los democristianos de Democracia y Libertad y los ex comunistas de los Demócratas de Izquierda, las dos fuerzas que auparon a Romano Prodi coaligadas en El Olivo, se fundieron el domingo en el Partido Democrático. Y 3,4 millones de ciudadanos (la cifra está hinchada porque un número indeterminado de personas votó más de una vez, pero es altísima en cualquier caso) apostaron por la nueva formación, cuyo tamaño supera largamente a la suma de todo el resto del centro-izquierda. Tres de cada cuatro votantes apoyaron a Veltroni como líder del Partido Democrático. Veltroni, pues, es el hombre que domina la situación. Pero al frente del Gobierno sigue Prodi, apoyado por las primarias de 2006.

Supervivencia del Gobierno

Prodi ha sobrevivido hasta ahora, al frente de un Gobierno sin mayoría parlamentaria y con facciones radicalmente enfrentadas entre sí, derrochando paciencia y resignándose en muchos casos a la inactividad. Il Professore, que asumirá el cargo honorario de presidente del Partido Democrático, puede permitirse aspirar tan sólo a la supervivencia. Está ya en el final de su carrera. La situación de Veltroni es muy distinta: tiene que crear un partido que es sólo un nombre; tiene que apostar por una política concreta, y no puede arriesgarse a defraudar a los millones de ciudadanos que apostaron por él.

Walter Veltroni declaró ayer que el Partido Democrático imprimiría una "presión reformista" sobre el Gobierno y establecería con él "una dialéctica fisiológica". Fausto Bertinotti, líder histórico de Refundación Comunista y presidente de la Cámara de Diputados, fue menos florido y más claro: "Todo esto es un recurso, pero también un desafío para el Gobierno". Cualquier "presión reformista" irritará al flanco comunista del Gobierno y contribuirá a desestabilizar el precario equilibrio en que se mantiene Prodi. Por otra parte, Veltroni está obligado a confirmar sus credenciales modernizadoras y a distinguirse de alguna forma de la gestión prodiana, muy impopular. Walter Veltroni sabe que el Gobierno italiano puede caer pronto, lo que le colocaría en la situación de afrontar unas elecciones sin otro programa y sin otro partido que los teóricamente disueltos.

El proceso constituyente comenzará a finales de mes, con una asamblea de compromisarios que ratificará la elección de Veltroni como secretario general. A partir de ahí, las cosas se complicarán: habrá que elaborar unos estatutos y un programa y habrá que elegir una directiva: los antiguos dirigentes de los partidos fusionados ya dan codazos para recolocarse en el Partido Democrático.

El alcalde de Roma, Walter Veltroni, ayer durante una rueda de prensa.
El alcalde de Roma, Walter Veltroni, ayer durante una rueda de prensa.ASSOCIATED PRESS

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