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Pekín desplazará a cuatro millones más de personas por un embalse

Más de cuatro millones de personas serán desplazadas en los próximos 10 ó 15 años de los alrededores del embalse de las Tres Gargantas, en el centro de China, a causa de los problemas medioambientales que ha generado el faraónico proyecto hidroeléctrico, según ha informado el Gobierno de Chongqing, en cuya municipalidad -de más de treinta millones de habitantes- vive la población que será obligada a mudarse e instalarse en las afueras de la ciudad del mismo nombre. Desde que el proyecto fue iniciado hace 14 años -se prevé que esté finalizado para 2009- han sido forzadas a emigrar más de 1,4 millones de personas.

Yu Yuanmu, vicealcalde de Chongqing, ha afirmado que la seguridad ecológica de la zona se está viendo amenazada por la creciente población. "El área del embalse tiene un medio ambiente vulnerable, y las condiciones naturales hacen imposible un exceso de población o una urbanización a gran escala aquí", afirmó.

El anuncio se produce después de que, el mes pasado, funcionarios del Gobierno y expertos chinos admitieran que la presa ha causado una serie de graves problemas ecológicos, que, si no son resueltos, podrían provocar "una catástrofe" medioambiental. Según aseguraron en un congreso celebrado en la ciudad de Wuhan, capital de la provincia de Hubei, en la cual se encuentra la presa, el enorme peso del agua acumulada está erosionando las riberas del río Yangtsé (o Changjiang), lo que unido a las frecuentes fluctuaciones del nivel del agua ha provocado graves corrimientos de tierras. Éstos, al llegar al agua, han llegado a provocar enormes olas, que han causado serios daños en las orillas cercanas.

Sedimentos

Las laderas que circunvalan el pantano, que se extenderá a lo largo de 600 kilómetros, se han hundido en una longitud de 36 kilómetros. La calidad del agua en los afluentes del Changjiang, el río más largo de China y el tercero del mundo, se ha deteriorado y la acumulación de sedimentos está teniendo graves consecuencias.

Profesores universitarios y activistas llevan años advirtiendo sobre el gran impacto medioambiental y social del embalse. Pero el Gobierno de Pekín, que ha convertido la obra en un símbolo de orgullo nacional, ha hecho oídos sordos. El proyecto ha estado marcado por la corrupción, ya que muchos gobiernos locales se han quedado con millones de dólares de indemnizaciones destinadas a los desplazados. Quienes han liderado las protestas contra los desalojos o los sobornos han acabado con frecuencia en la cárcel.

La idea de construir la presa fue originariamente del líder revolucionario Sun Yat-sen, en 1918. Posteriormente, fue adoptada por Mao Zedong, que acabó abandonándola. En 1992, bajo el mandato de Deng Xiaoping, su primer ministro, Li Peng, logró, tras una intensa campaña de propaganda, y después haber silenciado toda oposición, que el Parlamento aprobara el proyecto.

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