La obstrucción de seis puentes desbordó el caudal y agravó la riada de Alicante
Los vecinos culpan a la suciedad del cauce, y la confederación, a unos "caudales extraordinarios"
Los seis puentes del último tramo del río Girona, en la comarca alicantina de La Marina Alta, fueron incapaces de canalizar la descomunal crecida de agua fruto de las lluvias torrenciales del viernes. Y ello agravó la inundación de un millar de casas en Beniarbeig, El Verger y Els Poblets. El taponamiento de los ojos de los puentes con cañas arrastradas por la corriente creó auténticas barreras y desbordó el caudal. Los vecinos culpan a la Confederación del Júcar por la suciedad del cauce, mientras este organismo hidrológico atribuye lo sucedido a un "caudal extraordinario".
El viejo puente sobre el río Girona en Beniarbeig (Alicante) cedió al filo de las 11.30 horas del viernes debido a la presión de la corriente, que acabó abatiendo dos de los cinco ojos de la estructura, levantada a principios del siglo XX. La caída del puente resultó milagrosa para los vecinos, ya que atenuó el alcance de la inundación al posibilitar la galopada de la riada cauce abajo.
Apenas dos kilometros más adelante, la riada se topó con el primero de los tres puentes que atraviesan el río a su paso por el caso urbano de El Verger. Ninguno de los tres existentes se derrumbó, pero la gran cantidad de agua y el simultáneo taponamiento de los ojos de los puentes por la acumulación de cañas y otros materiales que arrastraba elevó el agua, en menos de media hora, por encima del nivel de los puentes. Ayer por la mañana, varios camiones seguían retirando el cañizo acumulado en viviendas y huertos de las márgenes del río.
En el primer puente, el desbordamiento causó la muerte de una mujer de 89 años. La riada fue más intensa en el puente intermedio, en la intersección de la calle de Almàssera con la avenida de la Divina Aurora. Allí, la inundación derribó un inmueble de tres alturas, cuyos inquilinos habían sido desalojados minutos antes.
Idéntica situación se reprodujo en el tercer puente del río, en El Verger. Al llegar a ese punto, el agua inundó en ambas márgenes del cauce casas y huertos de naranjos situados a una distancia de 100 metros. Superado el término de El Verger, el río se adentra en el contiguo núcleo de Els Poblets, que salva el curso del Girona con otros dos puentes. También aquí el agua superó el nivel de sendos puentes y anegó campos y viviendas adyacentes. Desde Els Poblets hasta su desembocadura en la costa de Dénia, la riada fue arrasando todo lo que encontraba en su camino.
Tras dos horas de crecida, la riada comenzó a remitir y las aguas del río retornaron poco a poco a su cauce, que en la mañana de ayer apenas superaba el metro de altura en su punto central.
Poco tardaron los vecinos en tomar conciencia de la dimensión del desastre que originó el río, de apenas 32 kilómetros de largo y con un caudal de medio metro en invierno y seco en verano. Vecinos ayudados de camiones empezaron a retirar ayer el lodo y las montañas de cañas que se habían colado por las puertas y ventanas de las casas junto a lodo, piedras y animales muertos. "En menos de dos horas se han retirado 20 camiones cargados con cañizo", señaló ayer José Sacristán, de 62 años y vecino de la avenida de la Aurora. "Otras veces ha llovido, no sé si más o menos, pero nunca el río había superado el nivel del puente", añadió Sacristán.
Este comentario es secundado por el resto de vecinos. "El cauce del río en su parte alta es un monte verde. Y la Confederación prohíbe cortar las cañas, incluso para utilizarlas en los huertos", señaló, por su lado, Jonatan, de 21 años. "Aquí el cauce del río estaba limpio, pero el problema estaba arriba", terció Pepe Forqués, de 87 años.
Y es que los vecinos achacan la inusitada crecida del río a la obturación de los ojos de los puentes por la acumulación de cañas arrastradas desde la cabecera del río, en las montañas de La Vall de Laguart (en ese punto se registraron 389 litros de agua por metro cuadrado en sólo 6 horas).
Sin embargo, el comisario de Aguas de la Confederación Hidrográfica del Júcar, Manuel Alcalde, calificó lo sucedido de excepcional. "Con un caudal tan extraordinario", dijo, "la vegetación tiene poca incidencia". Alcalde insistió en que, en caso así, el arrastre de materiales no procede sólo del dominio público hidráulico, sino también de los márgenes. El organismo de cuenca ha limpiado hasta en cinco ocasiones el cauce del Girona -dos veces en Vall d'Ebo, en Beniarbeig, Ondara, y Els Poblets-. Según el comisario, cuando se desbrozan los cauces, estos deben conservar cierta vegetación porque, de lo contrario, "podría producir arrastres de tierra y elementos sólidos, erosionando los márgenes", lo que, en su opinión, "sería peor".
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