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Crítica:FERIA DEL PILAR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Adiós, Jesulín

Cuando Jesús Janeiro decidió llamarse Jesulín de Ubrique, estaba tomando una doble determinación: aligerar trascendencias al amparo familiar y simpático del diminutivo, y mantener la piel curtida y próspera como el cuero de su pueblo. Las palabras no suelen ser inocentes. A menudo, a pesar nuestro. Jesulín, aquel novillero que paseaba su verticalidad en disputa con el clasicismo de Finito por los ruedos de España, cumplió ambos objetivos: saturó de popularidad los medios -y las plazas- con su llaneza cordial y desvergonzada, y mantuvo bajo su piel, rubricada de percances, la llama poderosa de su afición. Ayer se despedía. En fecha tan popular y poderosa como el Pilar. En plaza llana y arrebatada de Zaragoza. Todo encaja.

Domecq / Jesulín, Cid, Jiménez

Toros del Marqués de Domecq, desiguales de peso y lámina, cumplidos de años y sosos, menos 5º y 6º, más bravos y con casta. Jesús Janeiro Jesulín de Ubrique: media y descabello -aviso- (silencio); media (saludos). Jesús Manuel El Cid: estocada y descabello -aviso- (saludos); pinchazo, caída y trasera y 2 descabellos (aplausos). César Jiménez: estocada y descabello (silencio); pinchazo y caída -aviso- (silencio). Plaza de La Misericordia, 12 de octubre. 8ª de abono. Lleno.

Emocionado, inició el paseo mirando al suelo, sólo el corbatín negro sobre el impoluto vestido de comunión. Y al primero, un grandón cinqueño (hubo cuatro en la corrida, y casi otro), derribó en varas y, en el escaso sol que entraba al coso asombrillado, comenzó, fiel a su alegre imagen, el trasteo. Luego se puso lento, el perfil extendido hacia el mundo civil; y la imagen era peor. Pero el buen corazón aragonés le perdonó. Sin embargo, estuvo más frío con el de su despedida: salió Estafador, el último de su suerte, y Jesulín, sin permitir otros capotes, ensayó verónicas y delantales, y una media despaciosa de reconciliación consigo mismo. Tomó la montera, llamó a la cuadrilla, se la puso en el pecho y, ya más tranquilo, los abrazó. Antes de que diese el primer pase se pidió música. Luego, quiso torear despacio, saboreando el adiós, a compás abierto y trazo largo -el toro entraba con reservas y costaba humillarle-, y Jesulín consiguió naturales que buscaban acallar los años frívolos. Y, tras la intensa calma, regaló a la afición tres pases por alto, elásticos y alegres; la cara vivaz del recuerdo. Sonó un aviso antes de la media con que lo mató. Lloraba cuando, saludando, soltaba entre ovaciones un puñado de arena que se escapaba como en un reloj.

Dulzón, el segundo, se llevó un capote dulzón, parsimonioso, que evidenció su cojera, y el sobrero, cinqueño de sobrado trapío, pese a perder las manos en el capote y el peto, se fue a la muleta que Cid le presentaba y desempolvó cierta calidad perecedera: la cabeza iba alta y comenzó a derrotar. Manuel lo vio y porfió, hábil y ornamental. Y mató en lo alto. Si hubiera hecho lo mismo con el quinto, el más bravo y encastado de la tarde, hubiera tocado pelo. Ya acudió a la vara alta con que lo llamó Parrón y, aunque no hubo codicia en banderillas, Cid estimuló con la franela el picante de su casta y, tomada la distancia y el punto de citar, comenzó a hacerle danzar tras ella con la alegría que le faltó al resto, hasta ilustrar un abanico de naturales que activaron las gargantas.

César Jiménez tuvo un tercero que galopó en espiral y, cuando le acercó el percal, ya estaba agotado. Luego pusieron rodilla en tierra ambos y, así, acompasados, anduvieron negociando sin interés. El sexto, que empujó en varas, levantó tanto polvo en el trasteo, que poco más pudimos ver. Y eso que embestía. Incluso en noche cerrada.Regaló a la afición tres pases por alto elásticos y alegres; la cara vivaz del recuerdo

Jesulín contempla la muerte de <i>Estafador,</i> el último toro que lidió ayer en Zaragoza.
Jesulín contempla la muerte de Estafador, el último toro que lidió ayer en Zaragoza.EFE
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