Esa pareja feliz

Se mire por donde se mire, el mundo del lied es cosa de dos. La unión de canto y piano resplandece cuando hay una buena compenetración entre las parejas artísticas y, más aún, cuando la calidad de los músicos tiene ese algo más que siempre se desea. El barítono alemán Matthias Goerne -es el cantante residente de estos ciclos: ha participado en nueve de las 14 ediciones, más que nadie- no tiene miedo a las comparaciones cuando elige a sus compañeros de viaje. Se ha medido con figuras de la talla de Pierre-Laurent Aimard, Alfred Brendel o Leif-Ove Andnes, saliendo airoso de los diálogos musicales, en vivo o en grabaciones discográficas.

La presencia de la pianista rusa Elisabeth Leonskaja, por segunda vez en estos ciclos, fue un lujo. Su exquisita musicalidad imprimió al recital un brillo inusual. Más que brillo, una espiritualidad fuera de serie. No iba la tarde de exhibicionismos técnicos, sino de gozo musical. Los dos, en perfecta compenetración, hicieron un Schubert profundo desde la sencillez. Deleitándose él desde la poesía de los textos con un fraseo y una dicción que resaltaban la belleza melódica, apuntando ella continuos detalles de delicadeza y buen gusto. Crearon una atmósfera familiar y a la vez de gran concentración. Y el público, ese público estupendo de este ciclo, se dejó llevar, embelesado. Fue una gozada.

La pareja Goerne-Leonskaja vuelve a España a fin de mes para dar un concierto en la Filarmónica de Bilbao nada menos que con el Viaje de invierno, de Schubert. En fin, qué quieren que les diga que ustedes no sepan.