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Crítica:FERIA DE ZARAGOZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La suerte de la chaquetilla

Diego Ventura comenzó ayer su actuación en esta tercera de rejones de la feria del Pilar enarbolando una chaquetilla, con la que enceló de manera espectacular y eficacísima la embestida de su primer toro. El efecto fue pasmoso y, con el tiempo, este ahora heterodoxo recurso puede cobrar carta de naturaleza como suerte del rejoneo, y hasta sería posible que de chaquetilla pudiera transformarse en capotillo con el que el joven rejoneador luso pudiera pegar medias verónicas desde el caballo. Preferiblemente si éste se llama Guaraná. ¡Qué pedazo de jamelgo!, dicho con todos los respetos. Y así anduvo ya Ventura toda la tarde: de sorpresa en sorpresa y marcando la diferencia con sus compañeros de cartel, Galán y Cartagena. No es que éstos sean malos, todo lo contrario: el ejercicio del rejoneo alcanza unas cotas de perfección por muchos de sus ejecutantes que llega a hacerse, por este motivo, casi aburrido. Los cites al milímetro, las cabriolas, los quiebros, hasta la suerte del violín se han convertido en cosa normal y se repiten hasta la saciedad una y otra vez; también los rejoneadores acaban pareciéndose de este modo cada vez más unos a otros y, para el profano o para el poco instruido en la materia es difícil hasta distinguir quién es quién. No es el caso de Ventura, singularísimo en todo momento; estando mejor en su primero, al que cortó una oreja, la apoteosis se produjo, como no podía ser de otro modo, en el de Bohórquez que cerró plaza y que completaba a los otros cinco de Murubes de El Capea que se lidiaron. En éste, Ventura se excedió en su cometido como caballista para pegar unos derechazos con un sombrero como muleta que hubiera firmado con gusto el propio torero de La Puebla del Río que lleva el nombre de su caballo. La reverencia final con la que hizo saludar a su cabalgadura antes de poner una excelente rosa y fulminar al toro de un certero rejonazo, fue la guinda del pastel del entusiasmo que provocó la concesión de las dos orejas y la consiguiente salida a hombros. Andy Cartagena había hecho lo que se esperaba de él en su primero, lo que llevó al respetable a pedir una oreja que el presidente negó. En su segundo echó el resto en banderillas, aunque lo más efectista que hizo fue lejos de la presencia del toro, con preciosos ejercicios de doma que fueron muy ovacionados. Todo lo meritorio que hizo Sergio Galán con sus toros lo hizo olvidar marrando con los rejones de muerte. En su segundo, de manera escandalosa, llegando a entrar a matar en seis ocasiones y teniendo que intentar otros cuatro descabellos antes de acabar con su enemigo. Casi se le agradeció el fallo que ayudó a romper el monótono buen hacer de siempre.

G. Lorenzo y Bohórquez / Cartagena, Galán y Ventura

Andy Cartagena: medio rejón (petición no atendida); rejón trasero, rejón tendido y descabello (aviso y ovación). Sergio Galán: medio rejón, pinchazo y rejón (ovación); cinco intentos, rejonazo trasero y cuatro descabellos (silencio). Diego Ventura: rejón (una oreja); rejón (dos orejas). Plaza de toros de Zaragoza, siete de octubre. Tercera corrida de feria. Lleno.

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