Relevo para la infancia
La literatura infantil y juvenil (LIJ) catalana fue uno de los referentes indiscutibles del llamado auge de la LIJ española. Un fenómeno que, en un par de décadas (final de los años sesenta y hasta los ochenta), dio lugar a la moderna LIJ española. Entonces todo el sector editorial -y el profesorado, en plena etapa de renovación pedagógica- miraba a Cataluña y a las novedosas propuestas para niños que, desde el ámbito catalán, trataban de incorporar las nuevas corrientes de la LIJ internacional al limitado panorama español. Junto con una inteligente política de traducciones extranjeras, que puso a disposición de los lectores, tanto en catalán como en castellano (otra inteligente opción editorial, que ha ido normalizándose y extendiéndose al gallego y al euskera, de forma que cualquier título importante acaba editado en las cuatro lenguas cooficiales del estado).
Cualquier título importante acaba editado en las cuatro lenguas cooficiales del Estado
Escasa innovación, sólo animada por excepciones como Maite Carranza, Care Santos o Lolita Boch
Junto a obra de Lindgren (Pippi Calzaslargas), Blyton (Los Cinco), Lagerloff (El maravilloso viaje de Nils Holgersson a través de Suecia), colecciones alternativas como la feminista italiana A Favor de las Niñas, o cómics como Tintín, Astérix y los Pitufos, comenzaron a editarse obras "de la cantera", con nombres propios como Josep Vallverdú (Rovelló), Sebastià Sorribas (El zoo d'en Pitus, que acaba de cerrar la celebración de su 40º aniversario con una nueva traducción, esta vez al japonés), Joaquim Carbó (Y tú, ¿qué haces aquí; La casa sota la sorra), Emili Teixidor (L'ocell de foc; Cor de Roure, y posteriormente la serie de la Formiga Piga/Hormiga Miga, por la que recibió el Premio Nacional de LIJ en 1997), Pep Albanell (La guia fantàstica), Miquel Desclot (Bestiolari de la Clara), Miquel Obiols (Tatrebill, en contes uns), Joan Manuel Gisbert (Escenarios fantásticos), Jordi Sierra i Fabra -con un centenar de obras publicadas, como En un lugar llamado Tierra; El temps de l'oblit; Nunca seremos estrellas del rock, L'or dels déus- es probablemente el autor más leído entre los jóvenes españoles, Andreu Martín (No demanis llobarro fora de temporada y los siguientes títulos protagonizados por el joven detective Flanagan), o ilustradores como Montse Ginesta (Guia de gegants i altres essers extraordinaris), Carme Solé (La lluna d'en Joan), Mabel Piérola (No sé), Joma (Fira de tresors), Max (Ioshi i la pluja), Arnal Ballester (La boca riallera), Gusti (Gat i gos)... Nombres propios que hoy siguen siendo los "pesos pesados" de una literatura ya consolidada, que puede presumir de sus propios superventas (además de los citados, no hay que olvidar a Ana María Matute y a su El polizón del Ulises, o a Manuel de Pedrolo y su Mecanoscrit del segon origen) y de una excelente difusión entre los lectores de toda España.
En la actualidad, la LIJ catala
na disfruta y padece los efectos de esa consolidación. Al igual que la LIJ española, parece atravesar una etapa de cierto estancamiento -mismos autores, mismos temas y estilos, escasa innovación-, de cómoda rutina, sólo animada por algunas excepciones, como el éxito de autoras como Maite Carranza, que ha acertado con una trilogía del género de moda, el fantasy (La Guerra de las Brujas, en Edebé); Care Santos, premio Ramon Muntaner por Un camí dins la boira (Columna); o la catalano-mexicana Lolita Bosch, con M (Cruïlla), un crudo relato sobre la violencia doméstica que ha impactado tanto a los jóvenes lectores del jurado del Premio Protagonista Jove (1.500 chicos y chicas de entre 13 y 16 años, de Cataluña, Baleares y Valencia) como a los profesionales de los premios de la Crítica Serra d'Or, que la han distinguido con sus galardones.
Ellas han marcado la pauta estos últimos años, junto a otras autoras como Gemma Lienas (El gran llibre de la Carlota, en Empúries); Hermínia Mas (L'arpa de les mil cordes, en Alfaguara/Grup Promotor); Eulàlia Canal, premio Barcanova 2006 por Un petó de mandarina; Maria Mercè Roca, con Kenitra (Barcanova); Gemma Sales, con Dorms molt, Joana (Edicions del Pirata); Gemma Pascual, con Roger lo pelat (Barcanova); M. Carme Roca y Montse Ballarín, con Tambors de vidre (Edebé); o la poeta Lola Casas, con Música i poemes per a petits monstres (Publicacions de l'Abadia de Montserrat), en lo que parece un relevo generacional en toda regla, y con marcado acento femenino, de la LIJ catalana.
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