Bill Clinton reúne a un millar de líderes con fines humanitarios
A unas pocas manzanas de la gran concentración internacional de la Asamblea General de la ONU, el ex presidente estadounidense Bill Clinton abrió ayer su propia cumbre internacional, una gran reunión de líderes políticos, religiosos, económicos, culturales y sociales de todo el mundo que intentan ofrecer respuestas alternativas a los grandes desafíos del hambre, la educación, la atención sanitaria o el deterioro climático.
Durante tres días, más de 1.200 personas que pagan 1.500 dólares (1.060 euros) por participar discuten sobre esas materias y se fijan metas que se comprometen a cumplir. En los tres años que se cumplen ya de este tipo de reuniones, bajo el nombre de Iniciativa Global Clinton, se han conseguido resultados tangibles en cuanto a niños escolarizados, enfermos tratados, emisiones de gases reducidas o pequeñas empresas con acceso a créditos, según afirman los portavoces de esta peculiar organización de filantropía internacional. Similares filántropos reunieron el año pasado más de siete millones de dólares en un acto como éste.
En esta reunión en Nueva York toman parte representantes de más de 70 países, entre ellos medio centenar de jefes o ex jefes de Gobierno, como Tony Blair o Álvaro Uribe, rostros famosos, como Brad Pitt o Angelina Jolie, y empresarios y millonarios, como Rupert Murdoch, Bill Gates o Warren Buffet.
Aunque hay una presencia dominante del pensamiento de centro-izquierda, la Iniciativa Global Clinton no marca límites ideológicos. El único límite es el del cumplimiento de los compromisos: si alguien con responsabilidad para hacerlo no cumple, no es aceptado en la siguiente reunión. Tres participantes en la anterior cumbre no han sido admitidos esta vez.
Esta reunión tiene, además, un beneficiario quizá involuntario, la esposa del principal responsable del evento, la senadora Hillary Rodham Clinton, que se encuentra en plena campaña electoral por la presidencia de Estados Unidos. Hillary Clinton, que ha prometido nombrar a su marido como una especie de embajador mundial si es elegida, encuentra en esta enorme concentración de personalidades un nuevo argumento sobre la potencia de su candidatura.
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