La Fed sale al rescate
Los expertos consideran que el recorte de tipos de interés será insuficiente para impulsar la economía de EE UU
La Reserva Federal cogió los remos y salió esta semana al rescate del barco antes de que se hunda. La autoridad monetaria estadounidense reconoce ahora que las perspectivas económicas se pueden ver afectadas por el debilitamiento en el mercado inmobiliario y la crisis hipotecaria. Los indicadores macro, sin embargo, son mixtos, y reflejan una realidad contrapuesta sobre el estado real de la economía. Y la incertidumbre que desde hace semanas domina Wall Street puede en este momento más que nada.
El Departamento del Tesoro evita salir al rescate de su moneda porque piensa que la debilidad del dólar está ayudando a las exportaciones
El dato de empleo de agosto sorprendió para peor: se destruyeron 4.000 puestos de trabajo cuando se esperaba la firma de 110.000 contratos
El discurso de la Fed cambió en apenas cinco semanas de una estrategia más favorable al aumento de tipos para controlar los riesgos inflacionistas hacia un relajamiento forzado de la política monetaria por el temor a que las turbulencias en los mercados lleven a la economía hacia la recesión. Los tipos de interés están ahora medio punto más bajos (5%) que antes del verano y el de descuento -que se aplica a los bancos- es un punto más barato (5,25%). La Fed no deja claro qué hará el 31 de octubre porque todo dependerá del impacto de su decisión y de la evolución de la economía.
Pero muchos analistas opinan que este recorte es insuficiente para que lo sienta el consumidor en sus créditos, por eso esperan nuevas rebajas en el precio del dinero. La clave estará, en todo caso, en el comportamiento de la inflación, del empleo y del consumo. El alza de precios parece estar dando margen de maniobra para actuar con cierta comodidad. La tasa anual de inflación bajó en agosto hasta el 2%, tras una caída de los precios en el mes de una décima. La subyacente, la preferida de la Fed, se acerca entre tanto a la zona de confort al bajar al 2,1%.
Las alarmas en la Fed saltaron a raíz de la publicación del dato de empleo de agosto, que sorprendió a Wall Street para peor. Ese mes se destruyeron 4.000 puestos de trabajo cuando se esperaba la firma de 110.000 contratos. Y este inesperado deterioro, que se ve como otro de los efectos del enfriamiento en la industria inmobiliaria (donde se eliminaron 22.000 empleos en agosto), está tirando a la baja de la confianza de los consumidores, que ven cómo se deprecia el valor de sus casas, a las que recurren muchas familias estadounidenses para dotarse de efectivo o refinancian sus hipotecas para costearse los estudios de sus hijos.
Golpe al consumo
En agosto hubo otros dos datos decepcionantes. Por un lado, las ventas en el sector del comercio registraron un tímido aumento de tres décimas. Si se excluyen las ventas de coches, ese mes se registró una caída de cuatro décimas. Es la muestra, según los analistas, de que el endurecimiento de las condiciones para acceder al crédito y el debilitamiento del precio de la vivienda empiezan a afectar a los hábitos de los consumidores. La producción industrial, por otro lado, también se modera al crecer tan sólo dos décimas en agosto. La actividad manufacturera cayó tres décimas ese mes.
Este cambio de política monetaria en Estados Unidos se está haciendo a costa del dólar. La divisa estadounidense vuelve a estar en caída libre. Pero la Fed no tiene mandato para proteger a su moneda porque es algo que depende de la Reserva Federal. El debilitamiento del dólar, en todo caso, podría afectar a la inflación por el lado del encarecimiento de las importaciones. No parece que sea el caso este momento porque el grueso de los productos importados llega de China, que tiene su divisa pegada al billete verde.
El Departamento del Tesoro evita salir al rescate de su moneda porque piensa que la debilidad del dólar está ayudando a las exportaciones y el crecimiento global está incentivando la demanda hacia productos made in USA. De hecho, el sector exterior se está convirtiendo en este momento en uno de los motores de la economía junto a la productividad y el consumo interno. Una tendencia que revelan los últimos datos: las importaciones subieron un 1,8% en julio, hasta los 196.900 millones de dólares, mientras que las exportaciones lo hicieron un 2,7%, hasta los 137.700 millones. Esta tendencia, sin embargo, no está permitiendo corregir al ritmo deseado el abultado déficit en la balanza comercial. Mejores noticias llegan del lado del déficit por cuenta corriente, que en el segundo trimestre se colocó en los 190.200 millones de dólares (5,5% del PIB) frente a los 197.100 millones del primero (5,8% del PIB).
Y donde también se está observando una corrección para bien es en el déficit fiscal a pesar del incremento del gasto público en agosto. Las proyecciones apuntan a que el auguro en las cuentas federales baje hasta los 170.000 millones de dólares cuando se cierre el presente ejercicio fiscal a final de mes. El año pasado el déficit fue de 248.000 millones de dólares. La Casa Blanca atribuye esta mejora al incremento de los ingresos gracias a la buena marcha de la economía y cree posible llegar al equilibrio en 2012.
El petróleo sigue subiendo
En esta compleja ecuación hay otro factor que ni la Fed ni los economistas pierden de vista: el petróleo. Las turbulencias por la crisis hipotecaria están eclipsando el fuerte repunte del precio barril, que se situó en el mercado de derivados neoyorquino por encima de los 82 dólares. La Reserva Federal está siguiendo de cerca la evolución del coste de la energía por los riesgos inflacionistas. Sin embargo, algunos economistas señalan que este aumento es la señal de que la economía global sigue creciendo.
Con todos estos datos sobre la mesa, los bancos de inversión están empezando a revisar a la baja sus previsiones de crecimiento para final de este año y comienzos de 2008. La economía estadounidense se expandió en el segundo trimestre a un ritmo del 4% del PIB, un repunte considerable comparado con el tímido 0,6% del arranque del año. En el tercer trimestre, el crecimiento podría volver a moderarse hasta el entorno del 2,5% para cerrar el año en el 1,5%. Con respecto a 2008, el crecimiento medio podría rondar el 2%, un punto por debajo de su potencial.
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