Animalitos
Manzanares tiene el Dengue; enfermedad tropical que causa mareos, y agotamiento. La produce un mosquito y sólo eso podía acabar con la brillante temporada del alicantino. Desde luego un toro no: los estaba toreando como nunca. Mientras la afición le espera vino Aparicio a ocupar su puesto. Era el que faltaba para completar el largo cuadro de matadores que pugnan por triunfar desde variadas concepciones del toreo. El arte barroco y desgarrado ha vuelto a encontrar sitio en los ruedos. Pero no hoy. Como Finito, que, al calor de la batalla, vuelve a mostrar su mejor faceta artística y pasa, de dejarse toros vivos, a realizar faenas de olvidada grandeza. Pero hoy tampoco. Lo de Victoriano del Río fue una sardinada en la que hubo embestidas nobles y hasta bravura.
V. del Río / Aparicio, Finito, Fandi
Toros de Victoriano del Río y uno de Cortés, anovillados, de juego desigual. Nobles y buenos 2º y 6º; sirvió el 3º; flojos y sosos los otros tres. Julio Aparicio: Pinchazo y tendida (oreja); casi entera y descabello (silencio). Finito de Córdoba: Media caída (oreja); 3 pinchazos, trasera y seis descabellos (silencio). David Fandila, El Fandi: Bajonazo (dos orejas); navajazo (palmas). Plaza de Las Cruces. Guadalajara, 14 de septiembre. Tres cuartos de entrada.
Aparicio resoplaba con el capote de vuelta azul que echó, flamenco, al piso tras las verónicas. Decidido e inquieto, brindó el 1º y, con cierto aire, alternó muletazos altos con desmayos; pero en el tercio aceleró el perfil y se le escapó el temple. La pantomima, más que la oreja, fue la sonrisa aguda con que la paseó. Y la continuó en el 4º, un novillo que parecía cucaracha bajo el picador, muy superior a él en edad y tonelaje. Pero qué importaba si brindó a las peñas y una morena sacaba infinitos bocatas. Mientras, Aparicio se entretenía flamenqueando con Gregorio Samsa.
Dio 3 verónicas Finito al 2º que aún se mecen. Compuso luego bien en la franela, acompañándola con el mentón bajo, abierto el compás y con un regusto clásico en la diestra que se llevaba al breve Domecq madrileño. También hubo enjundia en naturales y un brazo bien dispuesto en los de pecho. Si en tan pulida estética, busca la suerte con más verdad, canta el toreo. Nada parecido ocurrió en el 5º. Culos para fuera y alejamientos kilométricos en tarea que aburrió al propio animalillo.
Con el tercer torete Fandi enloqueció a la Alcarria. Con son echó las manos abajo en verónicas y las subió en remates y garbosas chicuelinas. Un Fandi más allá de banderillas, que fueron fáciles y desiguales excepto un gran par hacia atrás. En la muleta se arrodilló y constató su popularidad en series más alegres que graciosas. Sonaba bien la banda en la tarde azul y satisfecha. Pero faltaba toreo. Sobre todo en el 6º, vaquilla castaña a la que protestó hasta el cielo, que soltó unas gotas. Se cambió sin picar y los arponcillos fueron castigo suficiente. Nada turbaba el ánimo de las peñas que consiguieron un par sobrero -quedó en el piso- entre gritos de ¡torero! También se jalearon los mantazos posteriores. El animal embestía de locura. El cielo estaba precioso.
Babelia
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