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Columna
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Niños en el asfalto

Los niños se subían a los autocares y, sentado en la terraza tardía de un bar del centro, Juan Urbano se preguntaba dónde irían esos autobuses: seguramente no a una escuela o un instituto público, porque la Comunidad de Madrid es la región en la que más alumnos estudian en colegios de pago o concertados, en una proporción tan aplastante que no se entiende muy bien por qué motivo le preocupa tanto a Esperanza Aguirre la asignatura de Educación para la Ciudadanía, que a fin de cuentas en los centros privados o no se va a dar como debe o se va a convertir en lo que siempre fue la materia de Religión: una catequesis por lo civil. Igual es que un político vencido necesita alzar la voz igual que "un pueblo que se hunde / tiene que entonar canciones", que dijo el poeta y médico Gottfried Benn, aunque quién sabe.

Desde Izquierda Unida, Inés Sabanés ya ha bautizado la reunión de La Moncloa como "el pacto de cemento"
Por desgracia, la realidad dice lo contrario de lo que dicen las promesas electorales

No se sabe dónde van los autobuses, pero sí sobre qué: van sobre el asfalto interminable de una ciudad que, si sale bien la conversación del otro día entre el presidente del Gobierno y la de la Comunidad de Madrid, va a seguir haciendo carreteras, añadiéndole carriles a las que ya existen, haciendo sonar en las hormigoneras los millones de euros que hacen falta para multiplicar la M-40, construir la Radial 1, desdoblar la A-6, ampliar la Radial 3, cerrar la M-50 haciendo un túnel devastador bajo el monte de El Pardo que demuestra lo volcada que está nuestra derecha en el miedo ambiente, que es el medio ambiente con una vocal cambiada de sitio y los árboles talados en lugar de vivos: poca cosa.

Desde Izquierda Unida, Inés Sabanés ya ha bautizado la reunión de La Moncloa como "el pacto de cemento", y Ecologistas en Acción ha clamado en el desierto, nunca mejor dicho, ante la catástrofe que se avecina y lo absurdo de la solución que se pretende dar a los problemas del tráfico en la capital y que es, también, la misma de siempre: hacer más autovías que, en realidad, van a tentar a más conductores y atraer más coches.

Ya lo ven, sumas más, más y más, y te salen ocho ceros: uno a la izquierda, que es para los ciudadanos, y siete a la derecha, para los constructores y sus socios visibles e invisibles. O sea, es que si esta gente privatiza hasta la funeraria municipal, qué le van a hacer a las carreteras. Menuda imagen del capitalismo, la de un furgón de muerto pagando el peaje para ir del tanatorio al cementerio.

Algunos colegios quieren trasformar la Educación para la Ciudadanía en Religión, y algunos políticos quieren transformar los montes en autovías, y entre unos y otros, a todos los demás nos quieren tener con una mano en la cartera y otra en el rosario mientras nos prometen, según sea el caso, el dentista gratuito o la salvación eterna. Por desgracia, la realidad dice lo contrario de lo que dicen las promesas electorales, y por eso lo que vemos es lo contrario de lo que oímos: Madrid sigue siendo una ciudad embotellada; y esconder el tráfico bajo tierra no es una solución sino un truco; y cuantos más kilómetros se le dan al asfalto, menos transporte público se utiliza; y privatizar las carreteras no es un servicio público, sino un simple negocio... Aunque ayer por la mañana no llovió como pronosticaban los meteorólogos, a Juan Urbano le cayeron todos esos íes encima y se sintió empapado, y se fue a trabajar con la sensación de llevar puesta una sotana mojada.

Es que él no es Gottfied Benn, que era discípulo de Nietzsche, pero en su condición de filósofo aficionado sí que ha leído con detenimiento al autor de Así habló Zaratustra y sabe que, según él, las cosas sólo tienen estilo cuando se consigue que "lo bello triunfe sobre lo enorme", de modo que el asfalto duplicado que podría salir del ya casi célebre pacto de cemento seguirá siendo un atentado contra el buen gusto, además de todo lo demás.

Los autobuses se alejaron llenos de niños uniformados y, unos metros más allá, se incorporaron al atasco de cada día. Juan Urbano no supo qué les iban a enseñar en las aulas sobre la Educación para la Ciudadanía, pero sí cuál era la lección que estaban recibiendo dentro de aquellos autocares: dentro de mil autopistas, cuando seáis mayores, esto es lo que os espera.

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