Un político coherente

No soy del PSOE ni tengo relación familiar alguna con el ex presidente de la Junta de Extremadura Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Tampoco le conozco. Como ciudadano interesado en la política, unas veces he estado de acuerdo con sus manifestaciones y otras no, pero su negativa a sustituir el rótulo de una calle con el nombre de un alcalde socialista asesinado en 1936 a manos del ejército de Franco por el suyo propio, creo que merece el aplauso de todos. Utilizar como uno de los argumentos para justificar el cambio, que aquel alcalde "sólo gobernó cuatro meses" (eso ha dicho el actual regidor de Badajoz, autor de la idea), resulta, por otra parte, una provocación ruin, casi malévola. Sólo gobernó cuatro meses porque no le dio tiempo a más: le fusilaron las huestes del general Yagüe.

Considero que la coherencia es una virtud personal en muchos ámbitos de la vida, y en política, hoy, más aún. Que, además, la mantenga rechazando el halago por el que tantos otros suspiran, si el precio era borrar de las calles la memoria de uno de sus compañeros, le ennoblece.