"Estamos en la batalla final entre dictadura y democracia"
Durante el vuelo de Londres a Islamabad, Nawaz Sharif conversó primero en urdu con los periodistas paquistaníes, y luego en inglés con la prensa internacional, incluido EL PAÍS. Sharif, de 60 años, que se mostró en todo momento confiado, destacó que volvía a Pakistán a "movilizar a las masas" contra el general Pervez Musharraf.
Pregunta. ¿Le da miedo lo que puede encontrarse a su llegada?
Respuesta. No, no tengo miedo, pero no sé lo que me sucederá al aterrizar en Islamabad. Musharraf no respeta la ley y trata de arrasar todo lo que se le pone en el camino, no tiene moral. Puede encerrarme directamente en la cárcel. Lo que digo es que si mi detención consigue en respuesta la liberación del país de la dictadura militar, no me parece un precio demasiado alto y estoy feliz de poder pagarlo.
"He sido dos veces primer ministro con un programa de economía de mercado y libertad"
"No sé por qué Bush sigue apoyando a Musharraf, que es tan odiado en Pakistán"
P. ¿Nos encontramos en la agonía de la dictadura?
R. Es la batalla final entre la dictadura y la democracia y creo que la sociedad civil lucha ahora porque se imponga la ley. La justicia es actualmente independiente. Pienso que ha llegado el momento de que pongamos fin a esta dictadura que ha causado mucho daño a mi país.
P. ¿Cómo entiende que Arabia Saudí le haya pedido que no vuelva a Pakistán?
R. Creo que Musharraf hace un flaco favor a Pakistán arrastrando a Arabia Saudí, un país amigo, a esta controversia. Los saudíes son muy amigos de los paquistaníes y hay cuestiones muy sensibles. Ésta es una de ellas.
P. ¿Por qué eligió volver en la aerolínea paquistaní (PIA, en las siglas inglesas)?
R. Los demás vuelos tienen escala y Musharraf podía presionar a los eventuales países en que aterrizara el avión para no proseguir. Además, la PIA está bajo control directo del Gobierno paquistaní y, por tanto, no debe de actuar en contra de lo que manda el Supremo.
P. ¿Alcanzó algún acuerdo con los militares para volver a Pakistán?
R. No. Si interfieren, será una bofetada al Tribunal Supremo. Una violación grave de un veredicto unánime y muy claro a mi favor. No pienso que ninguna autoridad civil o militar se atreva a desobedecer al Supremo.
P. Su partido es calificado de antiestadounidense.
R. He sido dos veces primer ministro, entre 1990 y 1993 y entre 1996 y 1999, con un programa de economía de mercado y de democracia para las instituciones estatales.
P. Pero, ¿y los planes de introducir la ley islámica (sharía)?
R. Mi lucha es por la restauración de la democracia y de la ley; por la independencia de la justicia y por la libertad de prensa. Creo que es una agenda suficientemente democrática.
P. ¿No hay posibilidad de un acuerdo con Benazir Bhutto?
R. Trabajé con Bhutto en la plataforma del Movimiento de Todos los Partidos Democráticos, pero de pronto ella decidió irse con Musharraf y abandonó el acuerdo que habíamos suscrito para luchar contra la dictadura y asegurar una democracia indiscutible. Yo sigo defendiendo el documento que firmamos los dos.
P. ¿Qué opina del apoyo de EE UU a Musharraf?
R. El presidente Bush defiende a un individuo que se ha convertido en el símbolo del odio de Pakistán, un hombre que todos en Pakistán quieren que se vaya. No sé por qué Bush le sigue apoyando. No puede ligar Pakistán con Musharraf; debe de tener la amistad del pueblo paquistaní y no de un individuo que es cada día más impopular.
P. ¿Cómo dejará el poder Musharraf?
R. Cuando, en marzo pasado, destituyó al presidente del Tribunal Supremo, nadie esperaba que la voluntad popular llevaría al magistrado a recuperar su cargo. Fue una humillante derrota para Musharraf. Cuando la voluntad popular se pone en marcha, no hay dictador que aguante. Por eso voy a movilizar más a las masas para que libren la batalla definitiva contra la dictadura. Ésa es mi misión ahora.
P. ¿Sabe cuántos de los militantes de su partido han sido detenidos?
R. Miles. Han ido a buscarles a sus casas en mitad de la noche. Han bloqueado las carreteras para impedirles que vengan al aeropuerto. Es el miedo del dictador hacia un hombre que habla de democracia. Él tiene las armas y le da miedo mi vuelta con un mensaje de esperanza, de paz y de reconciliación nacional.
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