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Reportaje:La primera Diada del presidente Montilla

Onze de Setembre con 'garden party'

Unas 2.500 personas asisten a la recepción ofrecida por el presidente del Parlament con motivo de la Diada

Enric Company

La recepción que el presidente del Parlament ofrece todos los años con motivo del Onze de Setembre se convirtió este año, como si de la última fiesta del verano se tratara, en una garden party. Una plácida fiesta al aire libre, con su tentempié y una agradable música de fondo. No sólo se adelantó a la víspera de la Diada. Se inició a la caída de la tarde, a las 20.00, con luz artificial, al aire libre, en un espacio delimitado por la fachada del propio Parlament y los jardines del parque de la Ciutadella.

La multitudinaria asistencia a la recepción oficial -unas 2.500 personas ayer- aconsejaban buscar un marco más espacioso que el Salón de Pasos Perdidos del Parlament donde se celebraba cada año.

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No fueron estas las únicas novedades de ayer, sin embargo. Además de un tentempié, hubo un decorado preparado por la empresa Focus en el que aparecía la palabra Onze en grandes letras luminosas. Y un escenario desde el que el pianista Manuel Camp y el saxofonista Llibert Fortuny deleitaban los oídos de los asistentes que prefirieran escucharles a conversar con otros invitados.

Todo esto no impidió, claro está, que la recepción fuera un momento para la representación política. Se inició con un brindis de los líderes que, de hecho, cierra las vacaciones políticas. Con los presidentes de la Generalitat, José Montilla, y del Parlament, Ernest Benach, brindaron el líder de CiU, Artur Mas; el viceprimer secretario del PSC, Miquel Iceta; el presidente de Esquerra Republicana, Josep Lluís Carod; el de Iniciativa Verds-Esquerra Unida, Joan Saura, y el del PP en Cataluña, Daniel Sirera. En el brindis no hubo ningún representante del otro partido presente en el Parlament, Ciutadans-Partido de la Ciudadanía, porque sus afiliados han decidido que la formación no participe en ningún acto oficial de una Diada.

A la recepción sí asistieron, como todos los años, los miembros del Gobierno catalán y un ministro del Ejecutivo español, el de Industria, Joan Clos, así como numerosas representaciones sociales, económicas, culturales, religiosas y militares. Además, había diputados, senadores y eurodiputados, alcaldes de las principales ciudades, incluido el de la capital catalana, Jordi Hereu, y miembros de las direcciones de los partidos. La nota de color, que solía correr a cargo de los representantes budistas, la dio este año un diputado del Partido Nacionalista Escocés, Kenneth Gibson, que lucía la tradicional falda a cuadros.

También como en años anteriores hubo representación balear, a cargo en esta ocasión de la presidenta de Unió Mallorquina, Maria Antònia Munar.

El ex presidente Jordi Pujol excusó su asistencia. Pero su sucesor, Pasqual Maragall, aprovechó la ocasión para departir amigablemente con el que fue su rival electoral, Artur Mas. No lo pudo hacer con el secretario general de CiU, Josep Antoni Duran Lleida, porque éste viajó a Chile para celebrar allí la Diada.

Se hablaba de política, también. Mas y Sirera criticaron que Montilla "sólo" pidiera confianza a los ciudadanos en su alocución con motivo de la Diada. Los dirigentes de los partidos del Gobierno tripartito aplaudieron la apelación del presidente a la autoestima. Maragall aprovechó para asegurar que "ya irá llegando" el momento de reagrupar a las fuerzas del centroizquierda catalanista.

Pero se podía oír todo tipo de comentarios. En un corrillo formado por varios diputados de CiU podía oírse este, por ejemplo: "No sé si la floración de plataformas soberanistas que ha surgido este verano no será, simplemente, que los mismos de siempre están en cuatro o cinco plataformas a la vez".

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