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El Dalai Lama defiende en Barcelona la moral laica

Tras más de 12 horas de vuelo, incluida media hora de retraso por culpa de la conexión de su vuelo en Francfort, y en medio del olor de las multitudes y del incienso, el Dalai Lama aterrizó ayer en Barcelona. Sólo llegar propugnó "la defensa de los valores humanos desde un sistema educativo laico, preservando al mismo tiempo las tradiciones".

Tenzin Gyatso, de 72 años, el 14º Dalai Lama, iniciaba con este mensaje su estancia de tres días en Barcelona. El Lama repitió hasta la saciedad está fórmula en el salón de actos de un hotel de cuatro estrellas del centro de la ciudad, donde se había congregado una masa confusa y heterogénea, configurada por periodistas, fieles adeptos, monjes budistas, simpatizantes, curiosos y señoritas aparentemente tibetanas vestidas con trajes tradicionales. Todos, investidos con el derecho a participar activamente en una conferencia convocada en principio para la prensa.

"¿Cómo se puede aplicar la filosofía de la vía del medio en la vida cotidiana?", preguntó un supuesto periodista, en medio de la confusión y del caos después de oír la queja de un Dalai Lama que había confesado minutos antes en voz alta: "Hasta yo he tenido que empujar para poder pasar".

Las preguntas-alabanza de los prosélitos se mezclaron con la de algunos iluminados políticamente, que no duraron en demandar a Su Santidad si el pueblo -sin especificar qué pueblo- tenía derecho a decidir su futuro mediante la autodeterminación y el referéndum. A lo que el premio Nobel de la Paz contestó saliéndose un poco por la tangente: "Esto creo que depende de vosotros, no es algo que tenga que decidir".

"¿Y usted qué opina de la alianza de las civilizaciones que propugna el presidente Zapatero?". Su respuesta tajante y radical -"Lo siento no conozco la propuesta"- fue recibida con una salva de aplausos de los fieles budistas. Esta muestra de aprobación fue interpretada por algunos como una sutil y educada protesta hacia las autoridades por el escaso caso que hacen al Dalai Lama. Ningún representante de la Generalitat ni del Ayuntamiento lo esperó al pie de la escalerilla en el aeropuerto.

La visita del Dalai Lama, el jefe espiritual del budismo y el máximo responsable político del Tíbet, en Barcelona provoca incomodidades. Empezó a ocasionarlas meses atrás, cuando se hizo público el viaje coincidiendo con el desplazamiento de los Reyes de España a Pekín y el esfuerzo de la diplomacia española por abrirse las puertas del mercado chino. Un portavoz del séquito del Dalai Lama aseguró que su visita está siendo considerada "un asunto privado". A pesar de ello, el vicepresidente del Gobierno de la Generalitat, Josep Lluís Carod Rovira, y el presidente del Parlamento catalán, Ernest Benach, se entrevistarán hoy con el Lama.

El Dalai Lama, ayer en Barcelona.
El Dalai Lama, ayer en Barcelona.MARCEL·LÍ SÀENZ

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