El congreso de teólogos lamenta la insensibilidad del español ante el emigrante
"Vemos situaciones espantosas, con muerte, persecución y expulsión de quienes sólo buscan vivir"
"¿Por qué estos negros vienen a invadir Europa?". La pregunta del jesuita congoleño Santine Matungulu sonó como una bofetada en la conciencia de los teólogos reunidos en congreso por la Asociación Juan XXIII. "Asistimos a situaciones espantosas de los emigrantes en el mar de las pateras o de los cayucos, a persecuciones, inseguridades y expulsiones de quienes sólo buscan vivir. Este congreso nos ayudará a construir una iglesia respondiendo no a lo que nos reclaman los jerarcas investidos de poder, sino a las expectativas de quienes buscan la buena noticia", denunció el congreso.
"Cuando ofrecemos una vivienda a un emigrante, o le ayudamos a conseguir papeles, o le facilitamos un puesto de trabajo, ya hacemos mucho por él. Pero eso es todavía asistencialismo. Si estás vinculado personalmente, denuncias cuando le maltratan, peleas contra su expulsión o le escondes, le das un trabajo clandestino, te haces cómplice, incondicional, encubridor. Que no los toquen, porque ya son algo tuyo. La caridad deja de ser asistencialismo y se convierte en justicia, basada en el amor, no en la ley". Esta frase del sacerdote Enrique de Castro ante el 27º Congreso de la Asociación de Teólogos Juan XXIII sirve de ejemplo sobre cómo viven los teólogos y las iglesias cristianas su relación con el mundo de los emigrantes. Frente a conciencias dormidas o manipuladas por un poder político y económico que esconde, minimiza o se aprovecha del problema, los religiosos se implican a fondo y alzan voces de denuncia sin contemplaciones.
El congreso terminó ayer con la celebración de una eucaristía oficiada por Antonio Díaz, sacerdote y presidente de la ONG Karibu. Chicas y chicos de color entonaron hermosos cantos en suajili en varios momentos de la ceremonia, seguida por más de mil personas en el salón de actos del sindicato Comisiones Obreras, en pleno centro de Madrid. La colecta de solidaridad, con destino a varias organizaciones del Tercer Mundo, sumó algo más de 14.000 euros.
¿Por qué llaman estos negros a las puertas del Primer Mundo? La respuesta del teólogo Matungulu a pregunta tan retórica es tan evidente que "asombra que los poderosos la puedan ignorar". "Vienen porque huyen de las guerras, el hambre, la pobreza, la miseria. La historia nos cuenta que los africanos tuvieron que migrarse por la desertización del Sáhara en busca de lugares de abastecimiento de comida. No tenían otros medios que ir hacia donde la naturaleza ofrecía mejores oportunidades. ¿Eso es lo que hacen ahora viniendo a Europa? La trata de negros y la colonización han obligado también a los africanos a salir de sus tierras con consecuencias dramáticas. Nadie podrá impedir la emigración mientras los países empobrecidos permanezcan en la indigencia junto a países que rebosan de riquezas", añadió el jesuita congoleño.
Camisas de fuerza
En vísperas de este congreso, un emigrante rumano, Marian Mirita, se quemó a lo bonzo ante el edificio del Gobierno central en Castellón. Nadie quiso ayudarle a regresar a su país, con su esposa e hija, después de peregrinar semanas en busca de trabajo y posada. Días antes se supo, en cambio, que el Ministerio del Interior ha elaborado "un protocolo de repatriación" que autoriza a la policía a poner camisas de fuerza a los inmigrantes que se nieguen a ser expulsados. La experiencia del congreso de teólogos, por boca del sacerdote Enrique de Castro, es aún peor: "Hoy tenemos a muchos menores de 18 años a los que se está expulsando abusivamente, sin ninguna garantía jurídica, sin conocer su situación familiar, engañándoles, vulnerando sus derechos fundamentales. El equipo de abogados de la parroquia ha conseguido sacar literalmente del avión, por mandamiento judicial, a muchos de estos chicos que se llevaban repatriados clandestinamente".
De todos los emigrantes que llegan a España cada año (unos 200.000 con contrato de trabajo, quién sabe cuántos de manera llamada ilegal), los más marginados son los que vienen de África. Son los que más arriesgan su vida, los más explotados, los que menos beneficios obtienen. "La insensibilidad de los españoles para con estos emigrantes es desoladora", resume el congreso.
La situación del emigrante sería muchísimas veces desesperada si no fuese por las comunidades cristianas que los acogen y protegen. De ese tema se habló en una mesa redonda moderada por el teólogo Máximo García, con la participación de María José Castejón (parroquia de San Pablo, en Madrid), Rafael Calonge (Iglesia adventista) y Rosario Jiménez (Iglesias evangélicas). Precisamente de integración se habló en otra mesa de debate con Carlos Pereda (sociólogo del colectivo IOE), Pablo López Pietsch (director general de Integración de los Emigrantes en el Ministerio de Trabajo) y Vladímir Paspuel, vicepresidente de la Asociación Romiñahui.
Francesc Torradeflot (Centro Unesco de Barcelona), Maryse Brisson (de Costa Rica) y François Houtart (Universidad católica de Lovaina) completaron la visión del creciente problema migratorio en el Primer Mundo.
Mención aparte mereció el problema de las mujeres inmigrantes porque, en palabras de María Dolores López-Caniego, investigadora del Observatorio de las Migraciones en el Ayuntamiento de Madrid, "las migraciones internacionales están viviendo un proceso de feminización". "Es necesario visibilizar el papel de las mujeres no sólo desde un aspecto cuantitativo (son más del 50% de las personas que se mueven de un país a otro), sino también cualitativo. Las inmigrantes soportan una triple discriminación laboral por motivos de clase social, etnia y género", dijo.
El falso sueño del Banco Mundial
Los congresos se divierten, dice el tópico; también el de teología aunque de muy cristiana manera. Lo experimentó ayer François Houtart, sociólogo de las religiones de Lovaina (Bélgica). Preside el Centro Tricontinental sobre el pensamiento del Sur, es un reclamado conferenciante y un día fue invitado a entrar en el corazón del Banco Mundial, en Washington.
Tenemos un sueño: un mundo libre de pobreza, dice kennedyanamente la frase grabada a la entrada del soberbio santuario capitalista. Houtart la retorció ayer ante los regocijados congresistas. "Precisamente es el Banco Mundial quien provoca que siga siendo un sueño un mundo sin pobreza", dijo.
Los enterados suelen contar que el profesor Houtart enseñó sociología de las religiones al cura Camilo Torres, el colombiano predecesor de la teología de la liberación antes de hacerse guerrillero en el llamado Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Camilo Torres salió de la Pontificia de Lovaina preparado para altas tareas intelectuales católicas, que ejecutó como profesor de la Universidad Nacional de Colombia y cofundador de la Facultad de Sociología junto a Orlando Fals Borda en 1960.
Pronto creyó que para lograr la justicia social, los cristianos tenían la obligación de participar en la lucha armada. Renunció a sus cátedras y se unió a la guerrilla como un miembro de bajo rango, para proveerla de asistencia espiritual e ideológica desde perspectivas cristiano-marxistas. Murió el 15 de febrero de 1966 en su primera experiencia en combate, y se convirtió en un mártir oficial del ELN. Esta es una de sus muchas frases famosas: "Si Jesús viviera, sería guerrillero".
El congreso aplaudió también con entusiasmo las palabras de agradecimiento de Jon Sobrino. "Me siento muy cercano a este congreso, que celebra ya 27 años. En 1981, el primero, estuvo Ignacio Ellacuría y habló de los pobres y la pobreza. Yo estuve la primera vez en 1982, y conocí a mucha gente buena, entre otros al obispo Iniesta, a quien recuerdo muy bien, y hablé sobre la esperanza. De otros congresos recuerdo a Díez-Alegría, que nos levantaba la moral con su fe, su humor y su esperanza", dijo el teólogo vasco residente en El Salvador.
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