Los Veintisiete se comprometen a buscar unidos una salida para Kosovo

El miedo a la división de la Unión Europea por la futura independencia de Kosovo planeó ayer durante la reunión que los ministros de Exteriores de los Veintisiete celebraron en Viana do Castelo (Portugal). Los representantes de los países europeos se comprometieron a buscar unidos una solución para el estatuto del territorio de los Balcanes, cuestión que consideran clave para la credibilidad exterior de la UE.

A más temor de división, más proclamas de unidad. "No puedo concebir que al final del proceso de negociaciones haya una posición fuerte de EE UU, una posición fuerte de Rusia y no exista una posición europea", manifestó Luis Amado, jefe de la diplomacia de Portugal, que ejerce la presidencia de turno de la UE. Para el ministro de Exteriores luso, "el mayor riesgo para los europeos es que se pierda la unidad".

La hora de la verdad está a la vuelta de la esquina: el próximo 10 de diciembre, cuando la troika -formada por EE UU, Rusia y la Unión Europea- presente su informe sobre el futuro estatus de Kosovo. El territorio serbio, de dos millones de habitantes (con el 90% de población albanesa), que aspira a la independencia, está bajo la tutela de la OTAN, por encargo de Naciones Unidas, donde tiene desplegados 16.000 soldados de distintos países europeos para garantizar la paz.

El proyecto de conceder a Kosovo una independencia vigilada, que había elaborado el enviado especial de Naciones Unidas Martti Ahtisaari, respaldado por la UE, tropezó este verano con el veto de Rusia. Entonces para ganar tiempo se optó por la fórmula de la troika para que ayudara a facilitar un acuerdo entre serbios y kosovares. El alto representante de la UE, Javier Solana, que ha mantenido siempre que "la solución debe contar con el acuerdo de las dos partes", precisó ayer que los trabajos de la troika "habían empezado con buen pie". Pero también recordó que "el tiempo de negociación no es infinito".

Independencia

El conflicto por el futuro estatus de Kosovo tiene resonancias internacionales. El presidente estadounidense, George Bush, manifestó recientemente que "EE UU reconocería a Kosovo si declaraba su independencia de forma unilateral". Vladímir Putin ha declarado que Rusia no aceptará una solución que no guste a Belgrado.

El representante europeo en la troika, Wolfgang Ischinger, presentó ayer su informe sobre las negociaciones a los ministros que mantuvieron una discusión "muy constructiva", según Amado. Sin embargo, el riesgo de división en la UE sigue vivo, por las inquietudes de varios países, con problemas territoriales internos, que temen que la constitución de un nuevo Estado reavive las aspiraciones de independencia de ciertas nacionalidades. Reino Unido y Francia apoyan un proceso que conduzca a la independencia de Kosovo con el consenso de Serbia. Otros países como España, Eslovaquia, Hungría, Grecia, Rumania y Chipre se muestran más recelosos.

El ministro español de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, insistió ayer en que "era necesario el acuerdo de las partes y que el asunto se discutiera en el Consejo de Seguridad". El ministro evitó pronunciarse sobre la reacción de España ante la eventual independencia de la provincia, escudándose en que todavía no se sabe "si habrá acuerdo o hará falta una resolución de Naciones Unidas". La posibilidad de que las diferentes sensibilidades conduzcan a una seria división interna de la UE no se desvanece. El comisario de Ampliación, Olli Rehn, manifestó ayer que el proceso sobre el futuro de Kosovo es "la gran prueba de la política exterior europea".