¡Horror, Bush!
La presencia de George W. Bush en la Casa Blanca ha hecho tanto daño a las relaciones y percepciones de Europa con Estados Unidos que incluso los ciudadanos europeos se manifiestan bastante escépticos de que las cosas cambien mucho cuando deje la presidencia en enero de 2009. Incluso si su sucesor es un demócrata. Al menos, así se desprende de la encuesta de opinión que anualmente realiza la German Marshall Fund, copatrocinada por la Fundación BBVA.
Las relaciones transatlánticas nunca han sido un camino de rosas. Sobre todo a medida que la Unión Europea comenzó a convertirse en un potente rival comercial de Estados Unidos antes que una simple plataforma de expansión de las inversiones estadounidenses. Sin embargo, la brecha política se ahondó hasta extremos jamás vistos a raíz de la ocupación de Irak. Ahora se asegura que esa herida está más o menos cerrada, pero hay otras potencialmente que pueden abrise en el futuro como la evolución de la crisis nuclear iraní.
De lo que hay pocas dudas en los europeos es del daño considerable que ha hecho la política exterior de la Administración Bush desde la llegada de éste a la Casa Blanca en enero de 2001. La desaprobación de la política diplomática del presidente americano reúne a dos tercios de los encuestados y el personaje en sí a cerca de un tercio. Una vez más resulta contradictorio que los europeos apoyen notablemente la necesidad de que la UE tenga mucho mayor peso en la arena internacional y luego sus gobiernos (con el refrendo de sus ciudadanos) se embarranquen en intereses puramente nacionales y bloqueen acciones encaminadas hacia una política exterior común. No basta decirlo en las encuestas.
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