Bonanova sin Dexeus
El Instituto Dexeus ha emigrado del paseo de la Bonanova a Les Corts, donde el pasado 14 de julio inauguró una nueva sede en la calle de Sabino Arana, junto a Carlos III. El barrio de las Tres Torres se ha quedado así sin uno de sus signos de identidad más destacados. Abierta en 1973 por los hermanos Santiago y Josep Maria Dexeus, hijos de un eminente ginecólogo, la Dexeus fue el símbolo de la nueva mujer, dueña de su cuerpo y de todas sus consecuencias. Pionera en la difusión de los anticonceptivos y en la inseminación artificial, la clínica, con los años, fue colonizando el entorno. Las torres de chillonas buganvillas y estilizados cipreses que habían perdido su antigua función de reposo de veraneantes se llenaron un buen día de consultorios por los que pasaba la flor y nata de la sociedad catalana. En Iradier, por ejemplo, se hallaba el departamento de cirugía ortopédica y traumatología donde operaba José María Vilarrubias, lumbrera de las placas y tornillos para empalmar huesos. Por allí ha pasado el glorioso linaje de nuestro motociclismo, de Alberto Puig a Dani Pedrosa y Toni Elias, pasando por Carles Checa y Sete Gibernau, cuya familia, fundadora y propietaria de la mítica marca Bultaco, reside en una casa de pisos un poco más allá, junto a la calle de Pomaret. Y por si este pedigrí deportivo aún quedara incompleto, ahí ejercía hasta hace poco José Luis Doreste, medalla de oro en los Juegos de Barcelona.
Hoy este servicio, con todo su equipo, ha dado el salto más allá de la Diagonal, pero otros han permanecido fieles, como el departamento de urología y litiasis renal de la calle de Dalmases, donde también se encuentra un centro de hemodiálisis. Además, el edificio de la Dexeus que daba al paseo sigue activo, pues muchos médicos, independizados, han mantenido allí sus consultorios. En cambio, los dos edificios que están detrás, donde se encontraba el hospital, se han vaciado espectralmente. Ayer, unos operarios cargaban un camión con hierros viejos de la clínica, según se aprecia en la foto. Cuando pasé, uno de ellos empujaba una vieja cuna de la nursery y varias perchas averiadas de las que en su día colgaron los gota a gota.
"Es difícil decir cuánto puede haber influido la marcha de la Dexeus", comenta una dependienta de la farmacia de F. Colomina, en la calle de Calatrava. "Tenga en cuenta que el 14 de julio, cuando el hospital cerró, ya no había escuelas, que es lo que llena este barrio cada mañana y cada tarde. Seguro que las ventas han bajado, pero no sabría cuantificarlo todavía. Además, ahora se puede aparcar, antes no". "Entre un 10 y un 15% seguro", sostiene Francesc, del quiosco Zúrich, que han descendido las ventas. "Yo no sé qué van a hacer con estos edificios [comprados en 2005 por Núñez y Navarro por 15,9 millones de euros y calificados urbanísticamente como equipamiento], pero a mí el que me interesa es el cliente de la clínica: el que entra y sale y compra diarios, revistas y libros para la espera o para el familiar o amigo ingresado. Si construyeran pisos, yo saldría perdiendo, porque las familias implican menor movimiento".
El arquitecto Manuel de Solà-Morales no se encontraba ayer en su despacho de la calle de la Esperança, por lo que fue imposible recabar su autorizada opinión sobre las transformaciones del barrio, que también hubiera podido dar algún cualificado miembro de la familia Azúa, residente unos metros más allá de la misma calle, entre Pomaret y Anglí. En cambio, sí estaban en sus puestos los hermanos, nacidos en Cabra (Córdoba), Pepe y Mari Carmen, almas del Cébec, el bar abierto en el paseo de la Bonanova, entre Doctor Roux y Anglí, al principio de la década de los setenta, justo al lado del hoy clausurado servicio de obstetricia, ginecología y reproducción asistida. "¿Entre un 10 y un 15% menos, dice Francesc? Seguro. Imagínate la cantidad de parejas que han pasado por aquí regularmente durante el proceso de fecundación in vitro y han entrado en el bar". Pepe y Mari Carmen son memoria viva del barrio. Recuerdan el cine Spring, el Bonanova y el Bretón, todos desaparecidos. Como mucho antes habían desaparecido el Edison, a la altura de Escoles Pies, las vías del tranvía del paseo y la fábrica de peladillas bajo el puente de Sarrià, por donde hoy pasa la Via Augusta rumbo a los túneles de Vallvidrera.
Capas viejas de barrio, como pieles de serpiente.
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