La reina de la Bullabesa
Decía el escritor Luis Bettonica en un prólogo dedicado a Juan Mari Arzak que "sus recetas son un perfecto ejemplo de la nueva cocina vasca", a la vez que señalaba que los principios de la misma eran: "ligereza en las preparaciones, reducción de los tiempos de cocción, supresión de las féculas en las salsas, avaricia en el empleo de materias grasas, rigurosa selección de los productos del día y del mercado local..." A su vez, Juan Mari contestaba con hechos, y hacía de su pastel de krabarroca, o sea, de escórpora, la bandera de su movimiento.
Se demuestra así que los escorpénidos, entre cuyas familias se encuentra la krabarroca de Arzak, pero también la gallineta o el rascacio, han estado en la primera línea de la moderna gastronomía, pese a habérsele acusado -no sin algo de razón- de la falta relativa de sabor que tiñe sus blancas y duras carnes.
La escórpora es parte fundamental en multitud de guisos marineros
De belleza, ni hablemos; su rostro en particular y todo su cuerpo en general se presentan llenos de crestas y erupciones y rodeado de aletas cuyos radios puntiagudos pinchan a la vez que envenenan; todo lo cual unido a su agresivo color rojo y a su gran y aterradora cabeza, invitan al curioso de los fondos marinos a observarlos de soslayo cuando con ellos se cruza.
La escórpora es parte fundamental en multitud de guisos marineros, entre los que es necesario destacar la famosa bullabesa, en cuya verídicas y originales recetas se duda entre colocar almejas o mejillones, congrios o peces de San Pedro, langostas o santiaguiños, pero nunca se cuestiona a nuestro invitada, la escórpora.
No es posible olvidar, por la fama que le precede, el chapon farci de nuestros vecinos, y que en contra de lo que la eufonía de su nombre pudiese sugerir, trata de nuestra escorpa, que en lenguaje marsellés se denomina chapon. El intríngulis de esta preparación radica en cómo rellenar el pez, lo cual se consigue sin mas que vaciar las entrañas del pescado por las agallas en vez de cortar su tripa, logrando de este modo formar con el cuerpo del animal un saco donde embutir la mezcla formada por cebollas, tomates, mejillones, gambas, ajos, hierbas aromáticas, cayena, sal, pimienta y, por fin, setas, que pueden variar de nombre según el gusto y las posibilidades del autor. Después solo es necesario cocer el pez embutido con algo de vino blanco y caldo de pescado.
También son famosos los arroces que se hacen en nuestras tierras teniendo como punto de partida este animal, sobre todo los llamados "a banda" en la que el blanco pescado del que tratamos -si es correctamente conservado, esto es, no cocido en exceso- puede, además de prestar su sabor a la gramínea, formar parte con toda dignidad del plato "a banda" que se sirve previo o posterior al arroz, y por lo general escoltado con suficientes dosis de all i oli u otro producto que enaltezca -o mate- el gusto de los ejemplares así presentados.
Pero se nos olvidaba preparar el pastel de escórpora del principio: para ello necesitaremos puerros y zanahorias, que cocerán con el pescado, el cual, una vez cocido se pelará y desmigará y unirá a una suerte de salsa hecha con huevos batidos, nata y salsa de tomate. Todo junto al horno, al baño María, durante una hora y cuarto, para una vez desmoldado servirse con mahonesa.
No sé yo lo de la ligereza en las preparaciones, que proclamaba Bettónica.
LA INVITACIÓN DE QUIQUE DACOSTA
Se me ocurre que el cuscús acompaña de forma magnífica a un pescado que tiene una carne blanca y prieta, pero difícil de impregnar por los sabores que lo rodean en un guiso, aunque por si misma tiene un limitado sabor.
Por eso creo que lo mejor sería asar sus mollas en la plancha, pero después degustarlas rodeadas de algún elemento que le preste la gracia que ello no tiene en demasía, y este aditamento puede ser el que señalaba.
El cuscús es una sémola de trigo que tiene su mayor utilidad en la cocina marroquí, que lo combina sobre todo con verduras y carnes, y por ello tiene justificada fama. Pues bien, ya haría un caldo, como siempre con las espinas tostadas del pescado más abundantes verduras, y lo adornaría con un picante como la harissa, algunos piñones y otra cantidad de uvas pasas.
Por otra parte prepararía el cuscús, cociendo al vapor la sémola de trigo señalada.
Y por último dispondría ante mi un plato vacío, y lo rodearía de otros tres, llenos respectivamente de la escórpora a la plancha, del cuscús, y un tercero con el caldo, para que cada uno lo combine al gusto.
Quique Dacosta es chef del Restaurante El Poblet de Dénia, que cuenta con dos estrellas Michelín
SUGERENCIAS
Restaurante El Faro. Zona Portuaria. Vinaròs (Castellón). 96 445 63 62.
Restaurante Portolés. Alcora, 246. Castellón. 96 421 64 81.
Restaurante Atic Lounge. Centro Comercial Costa Azahara, s/n. Benicarló (Castellón). 96 446 07 91.
Restaurante Can Broch. Plaza Drassanes, 4. Dénia (Alicante). 96 642 17 84.
Restaurante Hogar del Pescador. Avenida País Valencià, 33. Vila Joiosa (Castellón). 96 589 00 21.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.