También somos responsables de lo que vemos
Supongamos que un hombre se ahoga en el mar a unos metros de usted y que usted no puede hacer nada por él, aparte de filmarle con la cámara digital que lleva en el bolsillo. ¿Qué haría? Quizá en un primer impulso de orden capitalista sacara la máquina y apretara el botón. Pero tal vez a los pocos segundos de rodaje una autocensura de corte socialista le obligara a desistir. Durante esos instantes de duda, mientras el ahogado chapotea ante sus ojos, por su cabeza de usted pasarán los telediarios de las 9 de la noche y los lugares de Internet donde triunfan los vídeos de ahorcamientos, entre otras escatologías de moda. Notoriedad y dinero, en fin.
Después de todo, se dirá usted en voz baja, a este hombre qué más le da que se le filme o no. Está también la coartada científica del documento, porque esto, en última instancia, es un documento. La gente tiene derecho a saber qué ocurrió aquí, etcétera. Total, que al cabo de unos instantes, tanto si es capitalista como socialista, filma la escena por si acaso como el que cree en Dios por si acaso. ¿Se acuerdan ustedes de aquel fotógrafo que sacó a una niña a punto de ser devorada por un buitre? Se suicidó el pobre tras recibir el Pulitzer, al comprender que, como decía el otro, también somos responsables de lo que vemos.
PARTICIPE. Puede escribir a Juan José Millás a cerbatanamillas@elpais.es
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