Rememoración del exilio de Azaña

Quizá esta carta pueda ponerse en relación con la publicada recientemente en esta sección (12 de agosto) sobre el deterioro en que se encuentra la tumba de Manuel Azaña en Montauban (Francia). He visitado recientemente Collonges-sous-Salève (el lugar inicial de su exilio, a pocos metros de la frontera con Suiza), en compañía de familiares, y, después de no pocas gestiones, tuvimos la fortuna de conocer y de que nos acogiera como anfitrión el nieto de Marcel Griaule, el gran etnólogo francés, propietario, según parece, de La Prasle, la casa (hoy desaparecida) que acogió a Azaña y que da nombre a uno de sus cuadernos de memorias.

El lugar se conserva, no obstante, intacto, tal como lo describe de forma inigualable en su conocida carta a Ossorio y Gallardo. Pues bien, es el propio nieto de Griaule el que alienta la idea de colocar una placa rememorativa del paso de Azaña por su localidad, considerando, además, que la iniciativa debería tener carácter gubernamental y no quedar a expensas del alcalde de Collonges, como yo mismo le sugerí, pues la cercanía de Ginebra ("el teatro de nuestros triunfos", como escribe Azaña, con inmensa amargura) daría a la acción más importancia que la de un simple recuerdo nominativo, para relacionarla con momentos muy difíciles y dramáticos en los que estuvo en juego la noción misma de democracia en Europa.