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Violencia en Afganistán

Pakistán se compromete a apoyar a Kabul contra los terroristas

Musharraf y Karzai llaman a la unidad en la asamblea tribal de paz

La Loya Jirga de la Paz, la asamblea tradicional que ha reunido por primera vez a 700 dignatarios tribales, religiosos y políticos de Afganistán y de Pakistán, concluyó ayer en Kabul con un llamamiento para enfrentar conjuntamente el extremismo islámico y el tráfico de drogas. Al concluir los tres días de trabajo, los presidentes afgano, Hamid Karzai, y paquistaní, Pervez Musharraf, se comprometieron a unirse contra el terrorismo.

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También se comprometieron a superar la desconfianza que reina entre los dos países y a combatir los santuarios de los talibanes y de la red Al Qaeda."La Jirga de la Paz reconoce que el terrorismo es una amenaza común para ambos países", y que la lucha contra el terror debe ser "parte integral de las políticas nacionales y de la estrategia de seguridad de los dos países", asegura la declaración aprobada por los 700 delegados tribales y religiosos.

Los dos presidentes dejaron clara la necesidad de iniciar una nueva etapa en las relaciones bilaterales. "No hay otra opción para nosotros que la unidad, la paz, la confianza y la cooperación", dijo Pervez Musharraf, que llegó para la clausura de la reunión. Karzai respondió: "Afganistán dará sin la menor duda su confianza a Pakistán, país hermano y amigo".

La Jirga es una gran asamblea tradicional entre las tribus pastunes que viven a ambos lados de la frontera, en la que los ancianos buscan el consenso para intentar arreglar las diputas de forma pacífica. La convocatoria de esta Jirga extraordinaria fue decidida en septiembre de 2006 durante una cumbre tripartita entre Karzai, Musharraf y el presidente de Estados Unidos, George W. Bush. Las malas relaciones que han mantenido tradicionalmente ambos países han contribuido a que las milicias talibanes y sus aliados de Al Qaeda se hayan establecido en las montañas fronterizas.

De hecho, la Jirga declara "unánimemente" que los Gobiernos y pueblos de los dos países "no autorizarán santuarios, campos de entrenamiento y centros para los terroristas" en sus territorios. Una promesa difícil de cumplir, porque los dignatarios de las zonas fronterizas paquistaníes específicamente aludidas por esta declaración han boicoteado la reunión. Se trata de los representantes de Waziristán del Norte y del Sur, donde se han replegado, según Washington y Kabul, los talibanes y sus aliados de Al Qaeda, derrocados en Afganistán en 2001 por las fuerzas internacionales, dirigidas por Estados Unidos.

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El Gobierno paquistaní ha reconocido que esas áreas tribales en la frontera afgana están fuera de su control. De ahí que, en opinión de los delegados que han asistido a la reunión, sólo una alianza afgano-paquistaní pueda vencer a los fundamentalistas, cuyos ataques están en el origen de la muerte de 29 personas en Afganistán desde el sábado.

Los participantes han anunciado que prepararán una próxima Jirga y buscarán "la reconciliación con la oposición", cosa que implica, para Afganistán, reconducir a la legalidad a los talibanes arrepentidos, y, para Pakistán, hacer lo propio con sus fundamentalistas.

El presidente afgano, Hamid Karzai (izquierda), con su homólogo paquistaní, Pervez Musharraf, ayer en Kabul.
El presidente afgano, Hamid Karzai (izquierda), con su homólogo paquistaní, Pervez Musharraf, ayer en Kabul.REUTERS

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