Investidura con abucheos ante el Parlamento
La segunda fue la buena y Miguel Sanz, con más votos a favor que en contra gracias a la abstención de los socialistas impuesta por la dirección del PSOE, fue investido ayer presidente de Navarra por cuarta vez. El triunfo es doble, porque además de conservar el Gobierno, el líder de UPN ha conseguido abrir una grave brecha en su tradicional opositor, el PSN. Unos 50 cargos de ese partido, entre alcaldes, concejales y miembros de agrupaciones locales, se concentraron a las puertas del Parlamento junto con votantes y militantes de Nafarroa Bai e IU. En total, unas 200 personas abuchearon a los parlamentarios socialistas tras una pancarta con el lema "No al fraude electoral". El secretario general del PSN, Carlos Chivite, tuvo que ser protegido por la policía a su entrada al hemiciclo. Tras la investidura, cuatro miembros de su ejecutiva anunciaron su dimisión.
La crisis del PSN se extiende a cuatro miembros de la ejecutiva, que tras la votación anunciaron que dimitirán
La abstención de los socialistas permite al líder de la derecha alcanzar por cuarta vez la jefatura del Gobierno foral
"Salgo a la calle y me llaman mentirosa", dice una diputada socialista que renunciará al acta
"Siempre he dicho que defenderé el interés de Navarra aunque eso no coincida con el PP"
200 simpatizantes de los partidos de la oposición gritan contra el "fraude" que da la presidencia de Navarra a Sanz
En el interior de la Cámara, los 50 diputados forales afrontaron sin incidencias la segunda votación, en la que bastaba la mayoría simple de votos para la investidura. La sesión terminó como se esperaba. Los 22 votos de su partido, UPN, y los dos de Convergencia de los Demócratas de Navarra fueron suficientes para otorgar la presidencia a Miguel Sanz dos meses y medio después de las elecciones del 27-M. En contra votaron los 12 parlamentarios de la nacionalista NaBai y los dos de Izquierda Unida, mientras que en las filas socialistas no hubo sorpresas: 11 parlamentarios votaron en blanco y uno dejó plasmada en su papeleta su opción por la abstención. Tanto el portavoz parlamentario del PSN, Roberto Jiménez, como el líder del sector crítico, Juan José Lizarbe, aseguraron que la opción por el voto en blanco carecía de contenido simbólico.
Tras la votación, el reelegido presidente mantuvo su novedoso discurso de reafirmar un nuevo talante de diálogo. "Con esta decisión se abre un periodo de esperanza que yo procuraré que sea también un periodo de convivencia", afirmó Sanz para empezar. Después prometió "poner la mirada en el futuro" tratando de mejorar "lo que es susceptible de mejora", pero esa fue toda su autocrítica. En todo caso, cuando le preguntaron si su asunción de "la mayor responsabilidad" en el clima de crispación previo a las elecciones y su promesa de no hacer oposición al Gobierno central con la política antiterrorista suponía un distanciamiento del PP, lo negó.
"No hay ningún distanciamiento con el PP ni creo tampoco que haya habido una diferencia de discurso", dijo el presidente. "Quizá ha habido una diferencia de talante, pero yo no he modificado mi discurso en nada. Tampoco he modificado mi actitud respecto al PP. Dije a los parlamentarios que siempre defendería el interés general de Navarra aunque eso no coincida con el PP. Lo haré ahora de la misma forma que antes", añadió.
Una hora antes de que se iniciara esta tercera sesión del debate de investidura, unas 200 personas se concentraron frente a la Cámara convocados por mensajes de teléfono móvil que decían: "Navarros y navarras por el cambio. Sábado 16.00 Parlamento. Que oigan gritar al pueblo. Pásalo a 10". A ese llamamiento acudieron votantes y militantes de Nafarroa Bai, de IU y del PSN, aunque fueron los partidarios de las dos primeras formaciones los que llevaron la voz cantante. Durante la llegada y la salida de los parlamentarios lanzaron gritos de "Navarra no se vende, Navarra se regala", "Manos arriba esto es un atraco", "Chivite dimite" o "Nafarroa aurrera" (Adelante Navarra), y llamaron "mafiosos" e insultaron a los parlamentarios de UPN, CDN y PSN. Carlos Chivite, fue protegido por antidisturbios de la policía foral, ya que los manifestantes intentaron abalanzarse sobre él cortando la calle.
La representación socialista, visiblemente incómoda durante la protesta y que se mantuvo en un segundo plano respecto del resto de manifestantes, estaba conformada por miembros del sector crítico a la dirección regional (afines al ex secretario general Juan José Lizarbe) y alcaldes y concejales de la comarca de la Ribera, al sur de la comunidad, que el viernes dejaron a un lado su lealtad a Chivite, pidieron a sus diputados forales que votaran contra la investidura de Sanz y exigieron la dimisión en bloque de la ejecutiva regional.
Cuatro de sus miembros, que ayer se encontraban ante el Parlamento, ya han anunciado que la presentarán. Se trata de la secretaria de Infraestructuras y portavoz municipal en Zizur Mayor, Lourdes Montero; el secretario de Empleo y concejal en Tudela, Mariano Cerezo; la ex alcaldesa de Miranda de Arga y secretaria de Agricultura, Teresa Irabiel, y la secretaria de Formación, María Luisa Osta. Sumados a la ex secretaria general de Juventudes Irene Lapuerta son cinco, de un total de 32, los miembros de la ejecutiva que abandonan el barco en plena crisis.
"Salgo a la calle y me llaman mentirosa", explicó Irabiel mientras consolaba a Lapuerta y le anunciaba que ella también se disponía a dimitir. "Lo único que he hecho desde que se decidió esto es pedir perdón, porque los socialistas tenemos la sensación de que hemos engañado a la gente", añadió. Cerezo, concejal de Tudela, ya anunció días atrás que dejaría el partido en cuanto sus compañeros "regalaran" el Gobierno de Navarra, pero ayer decidió esperar hasta el comité regional del 1 de septiembre para escuchar "las razones del incompetente [José] Blanco". El secretario de Organización del PSOE asistirá a esa reunión.
"Yo no voté para esto, ni nuestros votantes tampoco", afirmó por su parte Lapuerta. "A diferencia de NaBai, nosotros hacemos crítica constructiva y lamentamos los insultos", prosiguió la ex líder de las Juventudes. "En realidad, yo no tenía que estar aquí...".
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